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El tercero Íntegro en Madrid y con un pan bajo el brazo
Eran las 11:56 horas cuando se desbordó la alegría. «Menos mal que estaba duchada, porque si no habría salido directamente a la calle sin duchar. Me he puesto a llorar», afirmaba Conchi Rollo, esposa del propietario de la administración 187 de Madrid.
Poco le ha importado a Conchi ponerse otra vez a remojo con la insistente lluvia que no abandonaba ayer la capital. Y es que, como reconocía la mujer, regalar suerte gratifica, pero da bastante más gusto tenerla. Así, tanto ellos como muchos vecinos de la calle Avenida de Barcelona, en el distrito Pacífico-Retiro, se han visto recompensados con el tercer premio del Gordo: 500.000 euros para el número 75.913.
Todas las series del número –un total de 195– fueron vendidas, menos una. El premio ha estado muy repartido. Así, muchos vecinos se han reunido en torno a «Don Tonino», la administración afortunada, para celebrarlo.
«¡Vamos a tomar un vermucito para celebrarlo!», soltaba eufórica la hija de Maite, una mujer de cerca de 70 años que siempre ha jugado al 75.913. Poseedora de un décimo, no dudaba que los 50.000 euros le van a venir muy bien dada la coyuntura. «Tenemos tres hijos. Estamos en un año muy malo de crisis. Habrá que ayudar a la familia...», afirmaba a las puertas de «Don Tonino».
«Nunca tengo muchas esperanzas en la Navidad. Nunca había dado nada ningún año antes.
Ahora espero que no sea el último», comentaba ayer Juan Ángel González Peñaranda, titular de la administración. Juan Ángel y Conchi tuvieron la precaución de reservarse un décimo del que sería el tercer premio de la Lotería. Y que tomen nota muchos: desafiar a las supersticiones también puede dar buenos réditos. «Lo de que el número terminara en 13 nunca me ha gustado particularmente». En todo caso, «nunca habíamos repartido un premio de esa envergadura» desde que es titular hace ya un cuarto de siglo.
Un año más, la expresión «tapar agujeros» podía escucharse una y otra vez en boca de los afortunados. Sin embargo, «ayudar a la familia» es la intención más repetida por los ganadores.
Visto y no visto
Así, María, hija de los propietarios de la administración y que se encuentra embarazada, era la encargada de descorchar la botella de champán ante los objetivos de decenas de cámaras y fotógrafos. A buen seguro que su futuro hijo se beneficiará del «pellizco» que le darán sus abuelos. Con todo, Conchi y Juan Ángel no dejarán de pensar en su otra hija, de 26 años, que acabó hace meses sus estudios de diseño y todavía no ha encontrado trabajo. Eso sí, también son realistas: «Hoy en día, ¿qué se puede hacer con 50.000 euros?», se preguntaban.
Algunos ni siquiera se han quedado a celebrarlo. «Un chico sudamericano ha venido antes. "¿Dé verdad que me ha tocado?", decía. Entonces, ha pegado un bote de alegría y ha salido corriendo», relataba Juan Ángel.
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