Nueva York

Dos legislaturas contra todo lo español

El segundo tripartito ha sido prolífico para ERC, aunque sus seguidores creen que se podía haber hecho más.

Dos legislaturas contra todo lo español
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ERC está en caída libre en las encuestas. Muchos independentistas catalanes no les perdonan haber pactado –por segunda vez consecutiva– con el PSC, al fin y al cabo, partido nacional cuyos diputados en Madrid actúan al dictado de Ferraz. Tampoco entienden que la formación no quiera plantear un referéndum secesionista hasta la próxima legislatura y consideran que lo hecho hasta ahora apenas son migajas. El resultado es que poco aplauden las iniciativas de los 21 diputados de la presente legislatura, que podrían bajar un tercio en la siguiente, aunque lo cierto es que ERC ha practicado una política de aniquilación de «todo lo que suene a español», sobre todo en el segundo tripartito. Las cuatro consejerías que logró ERC cuando Carod-Rovira y Montilla pactaron han sido la clave. El republicano estaba quemado como «conseller en cap» en el primer tripartito –además esa figura representaba el nacionalismo de CiU porque fue el cargo con el que Pujol pasó el relevo a Artur Mas– y su trozo de poder pasó a llamarse Vicepresidencia. La cartera incluye apartados nada sutiles, como la representación exterior, el deporte y la política lingüística, más allá de la religión. Ni siquiera la crisis ha frenado los objetivos de ERC. Esta misma semana, el vicepresidente de la Generalitat daba una conferencia de balance del plan de política lingüística. Una verdadera lluvia de millones –roza los 200– desde 2004 a 2010 para promover el catalán a todos los niveles. A los extranjeros, por supuesto, hay que enseñarles catalán desde que pisan Cataluña.Las «embajadas» catalanas también han sido una obsesión de Carod. París, Londres, Nueva York... en definitiva, tejer una red internacional para «promocionar la lengua y la cultura catalanas por el mundo». De la misma manera, se ha empeñado en potenciar las selecciones deportivas propias, mientras el Parlamento catalán ha rechazado rendir homenaje a la selección nacional tras conseguir el Mundial de fútbol y pese a que había siete jugadores catalanes.Medios de comunicaciónERC dio a un hombre de universidad especialista en comunicación, Joan Manuel Tresserras, la Consejería de Cultura. Su principal cometido era crear una ley para «despolitizar» los medios públicos catalanes. Hizo la ley, pero el propio tripartito tuvo que hacer un decreto cuando, por sorpresa, el presidente de la Corporación Catalana de Medios Audiosivuales (CCMA) se fue a la empresa privada, y no lograban los suficientes apoyos para nombrar a su sustituto con la mayoría prevista en la ley. En TV3 nunca se habla de España como «nación» –eso queda reservado para la «nación catalana»–, porque se incluye en el propio libro de estilo. Y sonada fue también la emisión –dos veces, la segunda por una huelga de la televisión autonómica– del documental «Adéu, Espanya», que ilustraba el camino a seguir hasta la independencia.En otro de los pilares del consumo cultural, el cine, ERC ha logrado lo que en su día no se atrevió CiU por las amenazas de las «majors», como es obligar a doblar al catalán la mitad de copias de las películas que se exhiben. Esta consejería también ha reordenado el sistema de ayudas a los festivales musicales con unas cuotas de contratación que favorecen a los grupos que cantan en catalán. Mientras, el consejero ha tenido tiempo de promover que los «castellers» acaben algún día siendo Patrimonio de la Humanidad.La Consejería de Innovación, Universidades y Empresa, que dirige Josep Huguet, quiere acabar con los toros y las flamencas en las tiendas de souvenirs. Ya ha abierto en el centro de Barcelona una tienda de los recuerdos que se deben llevar los turistas, 228 productos que simbolizan la «auténtica huella» de la cultura y paisajes catalanes. La guerra se libra ahora en las tiendas de las Ramblas o la Sagrada Familia. Por su parte, la consejera de Acción Social y Ciudadanía, Carme Capdevila, también encontró una manera de imponer la cultura catalana. Fue a través de la ley de acogida de inmigrantes, que prevé un carné de catalanidad con el que recomiendan al Gobierno dar la nacionalidad por arraigo.