Pekín

«En China duermen en barcas por falta de sitio»

Como habrán leído, este suplemento está dedicado a conocer las grandes ciudades del mundo. Por tanto imagino que mis compañeros, que son muy buenos profesionales, les habrán contado todo lo que hay que saber sobre el tema. Yo he querido aportarles otra visión, la de «El Nano de Jerez», uno de los mejores cantaores flamencos de la actualidad y que lleva años actuando por todos los países imaginables. Su análisis es particular, no lo discuto, pero léanlo porque no tiene desperdicio. 

«En China duermen en barcas por falta de sitio»
«En China duermen en barcas por falta de sitio»larazon

Q¿Cuántos años lleva cantando?-Toda la vida, desde chico; pero profesionalmente empecé con 16 ó 17 años. Recuerdo que la primera vez cobré 400 pesetas y me pareció un dineral.-Y desde entonces, ¿ha cantado por toda España?-Y por el mundo. Yo he cantado en Rusia, en China, en América del Norte, del Sur, en Japón, en Indonesia… en todas las partes que uno se pueda imaginar. -¿Qué país es el que más le llamó la atención?-Japón. Tokio es horroroso de grande. Yo he estado viviendo allí varias veces en periodos de seis meses. Lo curioso es lo que les gusta el flamenco, y eso que no nos entienden. Yo sabía si lo había hecho bien porque se les cambiaba la cara. Ellos no te jalean, pero se les cambia hasta las facciones. Ésa es la única forma que hay de diferenciarlos, porque cuando no escuchan flamenco son todos iguales. Es lo que yo digo, como le prestes dinero a alguno ya no sabes a quién cobrárselo porque no eres capaz de distinguirlos.-¿Cómo es la ciudad?-Para que se haga una idea, desde el aeropuerto al teatro hay que contar un día más de trabajo. ¡Qué lejos está todo! Además, son unos fenómenos en todos los ámbitos. Les das una cuarta de terreno y te hacen tres hoteles. Y es que allí los solares no son como aquí que te venden lo que quieras, allí no hay terreno. Mire si hay gente que los peatones andan como los coches: los que van, por la derecha, y los que vuelven, por la izquierda, porque si no se chocarían.-¿Cómo son los japoneses?-Unos fenómenos. Son los más constantes del mundo. Conmigo había un japonés que tocaba la guitarra, se empeñó en aprender el concierto de Aranjuez y en mes y medio lo tocaba mejor que Andrés Segovia. Eso sí, sin ángel.-Pero Andrés Segovia no interpretaba el «Concierto de Aranjuez»…-Da lo mismo. El caso es que lo hacía igualito que el que lo tocaba en España.-¿Cómo es la comida por esos lares?-Nosotros teníamos una pequeña cocina, comprábamos todos los ingredientes y lo cocinábamos a la manera de aquí. Allí tienen un pescado y una verdura que son «pa quitá to el sentío» Eso sí, de carne andan cortitos y los cocineros trabajan poco porque todo te lo ponen «en crudo». -¿Qué me cuenta de China?-Igual pero distinto. Hay tantos millones de criaturas que no se pueden ni contar. Cómo no será que duermen en el río, en las barcas, porque en tierra no les queda sitio.-¿Son tan perfeccionistas como los japoneses?-No, estos son más torpes, pero muy educados. Tropiezan contigo y te piden cinco veces perdón, eso sí, a su forma, porque allí no es normal que hablen como nosotros. En Pekín tuve un éxito tremendo. No le digo el nombre del teatro porque, como el cartel estaba en chino, no lo podía leer y no me lo aprendí, pero era gente muy agradecida. Después del espectáculo tenías que salir a saludar tres o cuatro veces.-¿Volvería?-De visita sí, pero para estar tanto tiempo no. Yo ya estoy mayor para esas cosas.