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Preparada para el gran paso
En los próximos días se despejará el futuro de Gallardón y el de la Alcaldía de la capital. Años de experiencia, currículum y hasta un curso de telegenia avalan la preparación de la delegada Botella
MADRID- La cuenta atrás ya ha comenzado. En unas horas comenzará el debate de investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno y el miércoles jurará su cargo en el Palacio de la Zarzuela. Un día después harán lo propio sus ministros y durante el tiempo entre juramentos, o quizás antes, el futuro del Ayuntamiento de Madrid se decidirá.
El actual alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, está en todas las quinielas del Consejo de Ministros, lo que coloca a la delegada de Medio Ambiente y Movilidad y segunda teniente de alcalde, Ana Botella, en la silla consistorial. Puesto que el vicealcalde, Manuel Cobo, siempre ha asegurado que su carrera política está vinculada a la de Gallardón, la candidata a suceder al alcalde será Botella.
Dos plenos en un mes
Según el sistema municipal, el alcalde debe presentar un escrito de renuncia ante el Pleno municipal en caso de optar a un cargo incompatible con el de regidor, como es el de ministro. Para ello cuenta con un plazo de diez días, después del cual, el Pleno deberá aprobar un acuerdo de conocimiento de la renuncia. Después, deberá convocarse un nuevo Pleno extraordinario para elegir un nuevo alcalde en otros diez días.
Si el flamante ministro se da prisa en arreglar sus asuntos en el Palacio de Cibeles, aprovechando que hay convocado un Pleno ordinario para el día 22 –justo cuando jurará el cargo el gabinete de Rajoy–, la delegada de Medio Ambiente será alcaldesa entre el 23 de diciembre y el 3 de enero. Además, si el actual primer edil escoge a sus secretarios de Estado de entre sus colaboradores en el consistorio, en este plazo también se producirán los relevos correspondientes entre los concejales populares.
Y, a todo esto, ¿está Ana Botella preparada para asumir la alcaldía? «Sin duda», responden todos sus colaboradores y respaldan su marido, José María Aznar; el líder del PP, Mariano Rajoy; el vicealcalde, Manuel Cobo y, lo más importante, su jefe, Alberto Ruiz-Gallardón. Prueba de ello es la confianza que demostró al pedirle que le acompañase al Ayuntamiento en 2003, donde debutó como concejala de Familia y Asuntos Sociales.
Otra demostración de por qué para todos ellos «Ana sería una magnífica alcaldesa» es su progresivo ascenso en los puestos de responsabilidad del municipio. Tanto asumiendo sus responsabilidades como segunda teniente de alcalde cuando Gallardón y Cobo viajaron en busca de apoyos para la candidatura de Madrid 2016, con aquel «Ana, te quedas al frente de la ciudad» como despedida, como ocupando la Concejalía de Medio Ambiente en la segunda legislatura o añadiendo a ésta las responsabilidades de Movilidad.
En segundo plano
Desde que se supo del adelanto electoral y, especialmente, desde que Mariano Rajoy decidió incluir a Alberto Ruiz-Gallardón como número 4 en su lista al Congreso de los Diputados por Madrid, todos los focos se han puesto en la mujer del ex presidente del Gobierno, que ahora podría convertirse en «alcalde consorte». Sin embargo, Botella ha optado por representar el mismo papel secundario que su jefe adoptó tras el fracaso electoral del PP en las elecciones generales de 2008.
La delegada tardó casi una semana en aparecer en público desde el anuncio de las listas y procura eludir las preguntas sobre su futuro. Durante este tiempo ha estado ocupada con su trabajo, la muerte de su padre y la boda de su hijo. Eso sí, igual que Gallardón se gira cuando le llaman «ministro», ella no puede evitar sonreír cuando la requieren como «alcaldesa».
Trucos para conquistar a la cámara
Hace un año, Ana Botella ya acudió a un curso de telegenia con varios compañeros del partido. La delegada aprendió a enfrentarse a la cámara, encontró su «el lado bueno» y aprendió a enfrentarse a las preguntas más incómodas sin «entrar» en la provocación, ni resultar poco sincera. Precisamente la naturalidadresultó ser uno de sus puntos fuertes, así como su tranquilidad, serenidad y la forma en que mira a la cámara. A la hora de analizar sus fallos, Botella demostró «humildad y ganas de aprender rápidamente», según pudo saber este periódico. El profesor tuvo que corregirla por ser «muy reiterativa» y gesticular demasiado, algo que domina desde entonces.
LA DELEGADA, A EXAMEN; por Valvanuz Sánchez de Amoraga
Análisis grafológico
Ana Botella es decidida y voluntariosa, pero sin dejar de ser espontánea, dice su escritura
Podemos afirmar que Ana Botella posee inteligencia emocional porque su escritura es legible, personalizada, espontánea con ligados altos y posee flexibilidad en la dirección de la línea. Tiene gran autocontrol, madurez y estabilidad, como demuestra su letra recta. Los ganchos finales en las crestas reflejan su afán por conseguir lo que desea. El unir todas las letras dentro de la firma denota gran capacidad lógica y constancia en los proyectos.
Posee un buen autoconcepto y una buena autoestima, lo que se refleja en el tamaño de la inicial y en el hecho de firmar con una rúbrica sencilla. Subrayar el nombre y el apellido nos habla de una fuerte personalidad y reafirmación.
El segundo trazo transversal de la «t» nos indica la importancia que tienen para ella las ideas y un fuerte carácter en la toma de decisiones. La letra unida muestra una persona racional que necesita entender las normas para cumplirlas. La presión de la firma es fuerte, lo que nos indica carácter y fuerza en las tareas que realiza. Posee un buen sentido de sus logros personales, al separar su nombre de su apellido. Además, demuestra ser una persona clara y directa por la legibilidad de la escritura. La letra curva nos indica facilidad de trato, diplomacia, no se enfrenta de forma directa siempre intentará llegar a acuerdos, negociar. La firma es rápida lo que nos indica pro-actividad en las tareas, y ascendente en su rasgo final, rasgo que refleja una persona optimista.
Lenguaje no verbal
Una mirada muy expresiva
El estar casada con un ex presidente ha hecho que pase desapercibida como ella misma. A Ana Botella le cuesta dominar su lenguaje no verbal, expresa mucho con los ojos y en ocasiones se le escapan las miradas. Intenta mostrarse cercana y sonreír, pero no ha conseguirlo encontrar su estilo todavía porque no se acaba de sentir totalmente cómoda ante las cámaras.
Demuestra ser una persona tímida que con los años lo ha superado, pero continúa teniendo a veces gestos que delatan ese rasgo.
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