San Diego
Análisis Los marines no mienten
Siempre he tenido debilidad por los Marines. Empezó hace mucho tiempo, cuando vi a mi hermano marcharse por la noche a su cuartel de Camp Pendleton, cerca de San Diego. Lloré sin parar esa noche, pensando que no le volvería a ver, sabiendo que a la mañana siguiente se marchaba a Vietnam. Khe Sanh, su destino final, lo mismo podría haber estado en otro planeta. Como fue el caso, estaba en el infierno. Jack volvió a casa con el tiempo, un niño diferente al que se marchó. Todavía un adolescente, estaba más delgado y era peor pensado. Su mirada estaba vacía. Cuando nuestro padre y yo visitamos a Jack en el Hospital Naval de Filadelfia, donde recibía tratamiento por «fatiga del combate» entre otros achaques, nos limitamos a los temas seguros: la universidad, los coches y las chicas, sus intereses principales en aquel momento. A día de hoy aún no le he oído contar una batallita, y tampoco a ninguno de los varones de mi familia, veteranos todos ellos de diversos conflictos. Unas cuantas fotos dispersas de chicos duros mostrando cuchillos y armas aparecen de vez en cuando por casualidad al abrir una caja de zapatos, pero no hay vídeos ni revistas, ni ceremonias de corazones púrpura. Como la mayoría de los veteranos, con unas pocas excepciones notables, mi hermano no ha expresado ningún deseo de volver a aquella época o lugar, ni necesidad ninguna de jactarse de sus hazañas. Una vez que se han presenciado los horrores de la guerra, al parecer, no es necesario decírselo a nadie.Todos estos pensamientos afloraban a medida que meditaba sobre Richard Blumenthal, el fiscal general de Connecticut recientemente avergonzado por exagerar su papel como reservista de los Marines durante la era de Vietnam. En diversas ocasiones ha dicho claramente que estuvo destinado durante ese periodo; en otras, ha dicho que estuvo destinado en Vietnam. En realidad, solicitó varias prórrogas del servicio que le fueron concedidas siendo estudiante en Harvard y Cambridge, y se alistó en los Marines sólo cuando los aplazamientos se agotaron. E insinuó falsa y conscientemente que es veterano de combate. La pregunta es ¿por qué? Y ¿qué deben deducir los votantes de ello cuando acudan a las urnas? Blumenthal, demócrata, se postula a ocupar el escaño del Senador saliente Chris Dodd. Su adversario más feroz ha sido la republicana Linda McMahon, que dice que su campaña colaboró con la investigación del «New York Times» de las declaraciones falsas de Blumenthal. Como consecuencia imprevista, la implicación de McMahon podría haber beneficiado a su principal rival republicano, el ex Representante Rob Simmons, que sí estuvo destacado en Vietnam y fue condecorado con dos estrellas de bronce. En cierto modo, es gratificante que las personas que formaron parte del Ejército durante la guerra más impopular de Estados Unidos –y que fueron vilipendiadas al volver– ahora puedan disfrutar de cierta dosis de orgullo por los servicios prestados a la nación. Pero la humildad común entre los héroes no abunda en estos tiempos, y la memoria selectiva rara vez ha sido tan repugnante. Blumenthal no es el primero que exagera su servicio militar, por supuesto. «Valor robado» es el título de un libro que recopila a los héroes falsos que afirman haber estado destinados en Vietnam falsamente.Hay algo verdaderamente único en la era de Vietnam, que persigue a una generación. Todos están familiarizados con la profunda división que llevó a movilizarse a los estudiantes, dejando cuatro muertos en la Kent State, y a otros a emigrar a Canadá. La llamada a filas era la Línea Maginot del corazón estadounidense, y muchos de los menos afortunados no volvieron nunca. ¿Quién sabe lo que motivó a Blumenthal a maquillar su verdad? Tal vez fuera la culpa del superviviente. «No hay nada que una a los Marines como el combate y, si se lo perdió, puedo entender que él (Blumenthal) se haya convencido realmente de que estuvo allí», escribe mi hermano en un correo electrónico. «Pero aquellos que sirvieron en combate consideran a los Marines igual de hermanos, con independencia de las circunstancias. Somos un equipo y los de la retaguardia son tan importantes como los que están en primera línea».El engaño, como siempre, es otra cosa. Blumenthal tenía todo el derecho según la ley a solicitar aplazamientos. Tenía todo el derecho a estar orgulloso de su servicio al país durante la época de Vietnam. Pero no tenía derecho a levantar una igualdad personal a costa del sufrimiento sustraído a otros. Si hubiera ido a Vietnam, como al parecer cree que debió, se habría enterado de eso, y de esto: los verdaderos héroes nunca alardean, y los verdaderos Marines no mienten.
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