Sevilla
Un marroquí degüella a su pareja en la calle Luis Cadarso y se fuga
El presunto asesino fue detenido anteriormente por episodios de violencia doméstica, pero no tenía orden de alejamiento.
El número 15 de la calle Luis Cadarso fue ayer el escenario de un nuevo crimen de violencia doméstica en la capital. La Policía busca a una persona identificada por la ex pareja de la víctima como Issam M. –37 años, origen marroquí, sobre 1,80 metros, rapado, con camiseta negra con letras amarillas– por el presunto asesinato de su pareja, Carmen R. J.
Isidro Sacristán Sanz, amigo y pareja de la fallecida durante 14 años, encontró el cuerpo sobre las 19:00 en el domicilio –el primero izquierda– que la víctima «ocupaba» junto al presunto agresor y compañero de piso también de origen magrebí y una joven francesa en la calle Luis Cadarso, en el entorno de Amador de los Ríos. «Un charco de sangre» sobre el que yacía la víctima y «todo salpicado» fue la imagen que se encontró este testigo, que declaró que Carmen fue «degollada». Según Europa Press, cuando la Policía accedió a la vivienda, halló a la víctima con vida, pero no fue posible salvarla.
El sospechoso, su actual pareja, seguía en busca y captura al cierre de esta edición. El rastreo comenzó en la zona de la torre de los Perdigones y prosiguió por las estaciones de tren y autobús.
La víctima tenía 39 años, es de nacionalidad española, tiene un hijo de 17 años de una relación anterior y su familia reside en la Pañoleta, en Camas, según explicó su ex pareja. Las agresiones eran continuas, según Isidro Sacristán, que aseguró que esa misma tarde, sobre las 17:00, la víctima volvió a comentarle que «estaba harta, tenía miedo y quería que se fuera».
Al parecer, vivían de la ayuda familiar del SAE que recibía Carmen. Issam «ni trabajaba ni buscaba empleo y ni siquiera tenía papeles». Estaban juntos «desde el pasado verano». A pesar de los malos tratos y de que en septiembre incluso «recibió una puñalada en el estómago» en un bar del barrio –por lo que fue detenido–, nunca llegó a formalizar las denuncias o, como mucho, las quitaba. «Hubo una orden de alejamiento, pero la retiró después de que él le comiera el coco», dijo. Paradójicamente, la fallecida residía –de «ocupa», según el testigo, tras alquilar una habitación a la persona que, a su vez, tenía arrendado el piso, y se marchó– a poca distancia de un Punto de Información a la Mujer.
El propio Isidro Sacristán dio el aviso a la Policía después de cruzarse con Issam M. cuando se encontraba en el bar que hace esquina con el lugar de los hechos, la bodega «El rincón de la mi arma», «haciendo el gesto de cortar el cuello», según su relato. «Pensé que se refería a mí», aseguró, pero cuando consiguió entrar en el domicilio tras dar con el compañero de piso de Carmen, «me la encontré muerta». Según el portero del edificio, Jesús Ramírez, fue el propio fugado quien llamó a la otra compañera de piso de origen francés y le advirtió para que llamara «a la Policía y a una ambulancia», porque la había «matado».
Isabel, la vecina del bajo izquierda, manifestó que no escuchó nada –al igual que otros vecinos de la zona– pero que «las peleas y las agresiones eran habituales». El resto ya es historia
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