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Nostalgia de una ilusión

La Razón
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Aquel 12 de junio hacía calor en Madrid. Un joven Felipe González conversaba con el admirable general Sabino Fernández Campo mientras esperaban la llegada del Rey. Era una jornada histórica, en la que España afrontaba su ingreso en Europa entre ilusión y estupor. Todo un reto por delante para un país que, bajo un Gobierno socialista, se adentraba en la CEE y en la OTAN. Nadie puede negar que Felipe, ese hombre que en el otro reciente aniversario del Congreso fue la «estrella», actuó entonces con responsabilidad y sentido de Estado.Veinticinco años después, muchas cosas han cambiado. España ha perdido credibilidad y confianza en Europa, con un presidente atenazado que se pone ahora en cabeza de la manifestación del ajuste duro, tarde y por presiones del exterior. Aquella nueva etapa de desafíos y promesas, como la que definió el entonces jefe de Gobierno en su discurso, colocó a nuestro país en el ranking de la modernidad. Cuánto capital dilapidado después por los derroches de José Luis Rodríguez Zapatero.En esta evocación del Tratado de adhesión, nada es igual. Los gobiernos actuales de España y Portugal son bien diferentes a los de Felipe González y Mario Soares. Ahora, Zapatero y Sócrates, con mucho menor peso político, dirigen dos países en mitad de una profunda crisis. Ayer en el Palacio Real se respiraba cierta nostalgia. De una ilusión que sacó a España de su aislamiento y que sería muy irresponsable volver a poner en riesgo.