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Mismo perro con distinta corbata por Blanca Basiano
A Xabier Mikel Errekondo sólo le faltó la corbata de pega para que lo de ayer fuera una regresión a 1993, cuando Jon Idigoras se sacó de la manga una que ya traía anudada de casa y que, por segunda vez en su vida, se ajustó al cuello para reunirse con el Rey. Por aquella época, Errekondo prefería dejar sus ansias abertzales para enfundarse la elástica de la Selección Española de balonmano y celebrar las victorias junto a su entonces compañero Urdangarín. Casi dos décadas después, cosas de la vida, la nueva cara de Batasuna se presentaba en Zarzuela, no para hablar de deporte, sino para intentar meterle un gol al Rey. Eso si, sin zapatillas y bien encorbatado, no como Idigoras, pero con la misma palabrería barata. Hasta nos hizo creer que el Monarca aprobaba que Amaiur tuviera grupo propio en el Congreso. Ya se sabe, matices semánticos. No nos engañemos. Errekondo lleva la careta de los de siempre, solo que parece más viajado. Es lo que tiene haber pasado por la élite del balonmano. Ayer, de nuevo, desaprovecho la oportunidad de condenar a ETA, a pesar de la insistencia de los periodistas para que dijera sí o no. Pero ya se sabe que él, amante de las «fintas», en este caso lingüísticas, prefiere instalarse en el rodeo y el despiste por mucho que preguntemos. A estas alturas del partido deberíamos estar más que acostumbrados a su baile retórico, pero molesta la burla y el poco respeto que siguen mostrando. No es de recibo que, una vez más, los esbirros de ETA, no sólo estén en la política nacional sino que además utilicen todas las triquiñuelas que tienen a mano para saltarse el reglamento a la torera. Por imperativo legal juraron la Constitución y, por mucho que se disfracen, por el mismo imperativo tendrán que acatarla.
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