Castilla-La Mancha
Los taurinos se rinden ante Manzanares Jr por Jesús MARIÑAS
Cartel postinero, buen inicio de temporada, expectación desbordada y casi lleno en el Palacio de Vistalegre, que regenta la afición de Arturo Beltrán. Menos famoseo de lo esperado. En la barrera, la incondicional Cari Lapique, ya íntima de Jose Mari, como en tiempos lo fuera de Rivera Ordóñez. La llamaba «la tía Cari». Le comenté que Julián Contreras me preguntó por ella. «Pues no llama nunca, no lo entiendo», dijo. La vi resentida bajo su Diane von Fustenberg de estampado setentero y que entonaba uno de sus morados cuadros con pasmina recién adquirida en Cochín, hasta donde viajó con Nuba, Nati Abascal y una Maribel Yébenes que siempre se maravilla. Ha reforzado su plantilla el dermatólogo Martin Zaiac, famoso internacionalmente, que cada semana rehabilita a la ya sesentona –nadie lo diría– Isabel Preysler. Genera envidias indisimuladas, como Manzanares simpatías.
Alipio Pérez Tabernero, el último de una saga de ganaderos digna de una serie televisiva, sentaba cátedra. Dio una lección magistral al aire de lo que hacen Andrés Amorós o José Antonio del Moral. Lo hizo ante una Cristina Sánchez con «brackets» rehaciéndose la parte superior dental mientras su marido abroncaba a un protestón. Era incontinente y abucheado. Casi suspiraba la marquesa de la Vega de Anzo, que no tira la toalla. Muchos aficionados catalanes buscaban solaz ante el magisterio tan técnico de El Juli, el reaparecido Jose Mari y un Talavante sorprendente bajo traje blanco marfileño. No es frecuente. Ignacio González ponía oficialidad al casi lleno, donde destacaron los comentarios del arquitecto-interiorista Joaquín Torres: «Como no he traído pañuelo blanco, pediré la oreja echando mano del calzoncillo», y muchos temieron lo peor. Jordi García Candau, el todopoderoso de la tele Castilla-La Mancha, se protegía tras el burladero. Es lo suyo, opinaban próximos al melenudo Morante de la Puebla con Curro Vázquez, dicen que distanciado de Cayetano.
La marquesa fumaba como Carlos Goyanes. Más discreto, el marido de Cari, recién llegado de Sierra Nevada con Mónica Barroso. «Han abierto 90 centímeros "la boina"de la plaza para que echemos humo», se defendía ella. Manzanares lo ganó a pulso en su difícil segundo. Parece recuperado, pero los mantuvo en un ay porque sigue jugándosela. «Con lo bueno que resultaría de protagonista de culebrones», opinaron tras de mí. Y levantó nuevos suspiros con su recuperada mano izquierda. Ya firma.
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