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No más violencia
Dirección y guión: Paddy Considine. Fotografía: Erik Wilson. Intérpretes: Peter Mullan, Olivia Colman, Eddie Marsan. Gran Bretaña, 2011. Duración: 92 minutos. Drama.
El estudio de la violencia doméstica no debería ser necesariamente violento. La violencia debería estar en potencia, como una amenaza. ¿Por qué entonces la ópera prima de Considine empieza con un hombre golpeando a su perro hasta matarlo? Sólo para establecer un juego de simetrías con su némesis, la propietaria de una tienda solidaria que sufre en silencio los maltratos de su marido. Será que «Redención» no es un filme sobre la violencia sino sobre la inutilidad de la lucha de clases: cuando el viejo miserabilismo británico se hace contemporáneo, descubre que el proletariado está en las mismas que la clase media. Es esa empatía entre el verdugo arrepentido y la víctima vengativa la que transforma a «Redención» en otra cosa: el marco incomparable del realismo social queda difuminado detrás de la amistad entre dos personas heridas que han sufrido y cometido actos innombrables. Podría acusarse a Considine de cierto efectismo, o de querer buscar una imagen de la violencia cuando sus personajes quieren darle la espalda, y sería un signo de respeto hacia ellos mantenerla fuera de campo. El interés de la cinta es perverso: lo que nos atrapa no es su salvación, sino darnos cuenta de que, en un universo paralelo, uno sería el maltratador de la otra. Por eso la mirada de Mullan es tan ambigua: porque la excelente Colman representa su pasado, una imagen de sí misma que no dejará atrás. Los desechos humanos que quedan esparcidos en el suelo después de una humillación que se repite como una marea. Una pena que sea tan explícita, que la práctica de la violencia esté tan en primer plano, porque el vínculo entre ambos personajes aparece más superfluo o prefabricado como para ilustrar una metáfora (¿sobre qué?).
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