Londres

El principe Guillermo y Kate ya son marido y mujer

Los nuevos duques de Cambridge se dieron el "sí quiero"frente al altar principal de la abadía de Westminster, tras lo cual el arzobispo de Canterbury les declaró marido y mujer. Kate Middleton llegó a la Abadía en un Rolls-Royce y emergió del coche, radiante, con un diseño del fallecido Alexander McQueen. La ciudad, teñida con los colores rojo, azul y blanco ha sido literalmente tomada por millones de turistas y medios de comunicación. - La Reina otorga al príncipe Guillermo el título de duque de Cambridge- Los recién casados recorrerán Londres en carroza abierta- Una historia de amor y un pacto de silencio- Guillermo y su princesa vivirán al principio en Clarence House -Una cortina destapará a los novios en Buckingham para el beso 

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Los primeros invitados a la boda real del príncipe Guillermo y a su prometida, Kate Middleton, han comenzado a llegar a la Abadía de Westminster, que va completando las localidades habilitadas para los 1.900 asistentes que se prevén, mientras los desfiles con motivo de la ceremonia continúan en las calles desde primera hora.

A la espera de los principales representantes de las monarquías, tanto la británica como las extranjeras, entre las caras más reconocibles hasta ahora figuran algunas de las personalidades más conocidas que han sido invitadas. Así, ya está en el templo el futbolista David Beckham acompañado de su esposa, Victoria, ataviada con un conjunto de color negro, a juego con un original tocado. El matrimonio fue visto departiendo animadamente con el director de cine Guy Ritchie, otro de los convidados. También ha ocupado ya su asiento el cantante Elton John. 

Además, también está ya en el templo el hermano de Diana de Gales, una de las figuras más recordadas en la última gran ceremonia a la que Guillermo asistió en el templo en el que hoy contrae matrimonio, el funeral de su madre en 1997, durante el que su tío pronunció un sonado discurso.

De igual modo, algunas de las personalidades de la política británica se han dejado ver en las inmediaciones ya, como el alcalde de Londres, Boris Johnson, quien confesó sentirse "entusiasmado"con el evento. También está ya el ex primer ministro John Major, único ex 'premier' que acudirá, ya que la otra invitada, Margaret Thatcher, se usentará por motivos de salud.

La ocasión no es para menos. Además de garantizar la continuidad de la monarquía británica, una de las más longevas y aclamadas a ambos lados del Atlántico, la boda marca un día histórico por partida doble. Es la primera vez en 30 años que el pueblo ve a un futuro rey dar el «sí, quiero» y, además, la primera ocasión en más de tres siglos que pronuncia la frase ante una plebeya. Kate, de 29 años, es la primera mujer sin sangre azul que se casa con un príncipe desde 1660, cuando lo hizo Anne Hyde con el Duque de York, quien después se convirtió en Jacobo II.

La clasista sociedad inglesa ha ido cayendo poco a poco rendida ante los encantos de la novia. Su saber estar, su elegancia y sus silencios durante los momentos más críticos de su larga relación con el heredero han cautivado a los ingleses, deseosos de encontrar a alguien que retomara el puesto que dejó vacío Diana. Su muerte cambió el sistema de regulación de la prensa británica que ha dado más respiro a Kate a la hora de mantener su romance.

Polémicas invitaciones
La boda no es de Estado, puesto que Guillermo es el segundo en la línea de sucesión por detrás de su padre, el príncipe Carlos. Sin embargo, la lista de invitados ha generado una gran polémica. Ayer por la mañana, a tan sólo 12 horas antes del gran día, el ministro británico de Exteriores, William Hague, decidió, de acuerdo con Buckingham, retirar la invitación al embajador de Siria en Londres, Sami Khiyami. Su presencia había levantado toda serie de críticas por la violenta represión que Damasco está llevando a cabo con las protestas a favor de la democracia en el país.

La baja de Khiyami se suma a la del embajador libio, pero no a la de otros «dictadores» que sí acudirán a la ceremonia. Es el caso del príncipe heredero de Bahréin, el jeque Ahmed al-Hamoudal-Sabah de Kuwait, la princesa Lalla Salma de Marruecos, Sayyid Haitham bin Tariq Al Said de Omán, el emir de Qatar, el príncipe heredero de Abu Dhabi, y, por último, el príncipe Mohammed bin Nawwaf bin Abdul Aziz de Arabia Saudita. La Foreign Office se apresuró a recalcar que el hecho de invitar a diplomáticos de otros países no significaba necesariamente que en cada caso Reino Unido apoye sus regímenes políticos, sino que sólo implica que «las relaciones diplomáticas son normales».

¿Duques de Cambridge?
A pesar de que a la Abadía de Westminster llegarán 1.900 invitados desde primera hora, el grupo se reducirá a mediodía, cuando se ofrecerá un almuerzo en Buckingham Palace, donde la pareja protagonizará uno de los momentos más esperados cuando saluden desde el balcón. Para entonces, el mundo entero sabrá el título que la reina Isabel II, de 85 años, habrá concedido a la joven. Se rumorea que la pareja podría convertirse en los duques de Cambridge. El día de su boda con Carlos, Camilla también recibió el título de duquesa, en su caso de Cournualles. Aunque, oficialmente, la segunda esposa de Carlos es la princesa de Gales, nunca ha utilizado este título para no herir la sensibilidad de los británicos, aún enamorados de Lady Di.

Tras el esperado beso, sólo 650 personas asistirán a la comida en la que la reina y su esposo, el duque de Edimburgo, de 89 años, serán los anfitriones. Posteriormente, se ofrecerá una fiesta privada para los 300 comensales más próximos a la pareja. Un portavoz del Palacio explicó ayer que la monarca no estará en la celebración noctura, ya que se marchará junto a su marido para disfrutar de un fin de semana en privado. La decisión no se ha tomado como un desaire. El gesto se interpreta como un acto de generosidad ante su nieto para que el ambiente se relaje.

La reina se perderá, por tanto, el discurso del príncipe Enrique, el padrino, que prometió una intervención que hará que a su hermano «se le caiga el pelo». La relación entre los dos hijos de Carlos y Diana siempre ha sido muy cercana, especialmente tras la muerte de su madre. La princesa se convirtió en un mito y la monarquía británica ha luchado por mantener la modernidad que ella aportó sin perder un ápice de tradición.

No todos los intentos han dado sus frutos. El príncipe Carlos no goza de popularidad y, a día de hoy, un tercio de los británicos preferiría que la reina abdicara en dos años y que pasara a ocupar su lugar su nieto Guillermo. Pero el anuncio del compromiso sirvió para revitalizar la imagen de Palacio. Y es por esto que la familia real no quiere desaprovechar el «efecto Kate». A pesar de que el matrimonio habría pedido dos años sabáticos para vivir sin presiones, su agenda a la vuelta de su luna de miel está ya marcada. Antes de su primer viaje oficial a Canadá, del 30 de junio al 8 de julio, acudirán a la cena de la famosa ONG Ark. También podrían jugar un papel destacado en la visita oficial del presidente Obama. Y es que, quieran o no, después de la boda, los novios seguirán siendo el centro de atención.

La «venganza» contra Blair
La ausencia de Blair y Brown ha levantado polémica. El hecho de que los dos «ex premiers» no cuenten con invitación y sí la tengan Margaret Thatcher y John Major, que ocuparon el mismo cargo, ha sido criticada en «petit comité» en Westminster. La versión oficial es que no son miembros de la Orden de Garter (alto honor a una persona que no es miembro de la familia real). Pero a nadie se le escapa la tensa relación de Blair –en la imagen– con la reina, sobre todo tras la muerte de Diana. Fue él quien presionó a la monarca para que el funeral fuese a gran escala, ya que, como él mismo la bautizó se trataba de «la princesa del pueblo». Además, luego reveló algunas de las conversaciones privadas en su libro un año más tarde, algo que enfureció a la reina. Gordon Brown intentó que las aguas volvieran a su cauce, pero nunca hubo química entre él y la regia soberana.