España
La primera reforma
Hace un par de semanas expresaba mi preocupación por los rumores que apuntaban a una reforma financiera descafeinada. Me equivoqué. La reforma anunciada por el ministro De Guindos es exactamente lo que la situación demandaba. Tiene algo muy novedoso respecto a las anteriores, por primera vez se reconoce y ataca la magnitud del problema.
Después de años escuchando las milongas socialistas sobre nuestro sistema financiero, por fin se pone sobre la mesa una reforma final. El consenso entre los analistas cifraba las necesidades de capital de nuestra banca en 50.000 millones, y ese es exactamente el incremento de provisiones que se le exige a la banca en la nueva regulación. La reforma acabará con los bancos zombis y alumbrará un nuevo sistema financiero, con pocas, quizá demasiado pocas instituciones financieras, pero que serán sólidas, solventes y fiables. Se sentarán las bases para la recuperación del crédito en España, pero por desgracia esta reforma, si bien imprescindible, no será suficiente. Nuestros bancos no recuperarán su crédito en el mundo hasta que nuestro país demuestre que puede crecer. Para ello necesitamos más cambios en España y algo de ayuda en Europa.
Para ser justos algo de ayuda estamos recibiendo ya del Banco Central Europeo: las líneas de liquidez a tres años introducidas por el BCE han resultado muy efectivas para reducir el estrés en el sistema, pero por el momento no están consiguiendo que esta liquidez se filtre a la economía real, algo que no se producirá hasta que nuestros bancos recuperen el apetito por el riesgo. Para ello el Gobierno tendrá que producir más reformas, empezando por la laboral, y tendrá que conseguir que a cambio de las mismas el objetivo de reducción del déficit para este año sea relajado. Seguimos teniendo problemas pero ahora tenemos la oportunidad de resolverlos, tenemos un Gobierno para hacerse cargo de ellos.
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