España
Rotundo voto por el cambio
Tal como predijeron las encuestas, la gran mayoría de los españoles votó ayer por el cambio que propuso Mariano Rajoy, lo que convierte al PP en el partido con más poder institucional de la historia de la democracia. Culmina así un vuelco radical del mapa político que empezó en las elecciones gallegas de 2009, siguió con las europeas y se confirmó como tendencia irreversible en los comicios municipales y autonómicos de este año. Los ciudadanos le han dado al PP un mandato nítido e inequívoco para que revitalice la economía y cree empleo, pero también para que devuelva a la sociedad la confianza perdida y regenere el tejido social, gravemente dañado en los últimos ocho años. Vienen tiempos duros y difíciles, ante los cuales el pueblo español ha dado una admirable muestra de madurez democrática al confiar plenamente en el partido que menos le ha dorado la píldora durante la campaña electoral. Mientras que el PP no ocultó la necesidad de hacer sacrificios, otras formaciones, empezando por el PSOE, alimentaron el miedo a los recortes y jugaron a prometer un bienestar imposible. El veredicto popular de ayer es que España está dispuesta a pasar malos tragos, pero exige a cambio un Gobierno con el pulso firme, las ideas claras, el coraje necesario y con la verdad por delante. Ahora bien, este mandato no sólo concierne al nuevo Gobierno del PP, sino también al resto de las fuerzas políticas, sindicales y sociales. La oposición, empezando por un PSOE gravemente castigado, ha de asumir el mensaje de las urnas. Y lo mismo cabe advertir a los nacionalistas de que deberán modular sus insaciables reclamaciones particulares y admitir que su representatividad dista mucho de alcanzar la hegemonía de la que se arrogan. En cuanto a los sindicatos, conviene anotar que forman parte principal de los derrotados de ayer, pues no se recataron en pedir el voto para la izquierda y azuzaron diversas protestas políticas disfrazadas de reivindicaciones sindicales para desgastar al PP. En consecuencia, por una elemental decencia democrática, UGT y CC OO están obligados a adecuar su obsoleto discurso obstruccionista al mandato popular emanado ayer. Por lo demás, cabe subrayar que los resultados electorales suponen un gran triunfo personal de Mariano Rajoy, que en 2004 tomó las riendas de un partido psicológicamente hundido, encaró numerosas dudas y divisiones internas con mucho temple, aguantó a pie firme una furibunda campaña de acoso a cuenta de presuntos casos de corrupción y mantuvo siempre la fe en sus ideas y en los españoles. Además, ha sabido rodearse de un equipo directivo competente, de sólida formación y de probada lealtad. Un dirigente que ha sorteado con éxito tan larga travesía es el que ayer eligió el pueblo para emprender la salida del laberinto.
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