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Jackson ese chef

La Razón
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Han entrevistado a la prole y parentela de Michael Jackson y, como siempre, vuelven a salir a la luz facetas desconocidas del personaje. Ahora nos enteramos de que el autor de «Thriller» era nada más y nada menos que un estupendo cocinero. Bueno, eso han dicho sus churumbeles, teniendo en cuenta las habilidades que tenía para hacer tostadas. ¿Pero quién nos dice que no podía tener también dotes excepcionales para hacer un canard a l'orange, un loup de mer au fenuille o, yo qué sé, una tortilla de patatas deconstruida, más que a la manera de Adrià, con una mesa de mezclas de la Motown?

Bien mirado, todo el talento musical de Jackson correspondía al de un inspirado cocinero tras aprender bien las lecciones entre fogones de Quincy Jones. Un genio para la experimentación, utilizando ingredientes de aquí y allá, el soul, el pop, la electrónica, su repertorio de movimientos, su gusto exquisito para llegar a conseguir el plato perfecto, o el disco en este caso?

Yo creo que incluso toda su transformación personal correspondía en el fondo a un afán de guisarse a sí mismo. En su propio jugo o en distintas formas de macerado. Cocido, al vapor, frito o al horno, se tostaba y se destostaba, desteñía, eliminaba despojos, se rellenaba de todo tipo de sustancias. Quizá, como avanzan algunas teorías, la muerte le sobrevino por pasarse de cocción.

Claro que viéndole el pellejo puede que sus platos no resultaran de lo más apetitoso, con el riesgo siempre de encontrarse con una nariz o una oreja en la sopa. Pero yo creo en las facultades culinarias del cantante que proclaman sus vástagos. Lo raro es que ahora que piensan sacar nuevas maquetas, vídeos y seguir explotando el filón del difunto rey del pop, todavía no se les haya ocurrido sacar toda una línea de productos gastronómicos, patatas fritas, salsas o cualquier chuminada que echarse a la boca con el nombre de Michael Jackson. Poco faltará.