Bruselas
La criatura
Suena el móvil en el mismo momento en el que tengo a un sobrino dando codazos en el paritorio. No acierto a ver el número remitente, pero me imagino a una «criatura» –según el diccionario de Bibiana Aído– berreando al otro lado del teléfono. Me equivoco. Es una Hortensia Romero con voz masculina a la que la crisis le ha puesto el delantal del cabreo. Habla como si Fernando Quiñones acabara de encenderle la grabadora: «Vamos a ver cosas que no se han conocido en la democracia. Si Zapatero le ha bajado el sueldo a los funcionarios y congelado las pensiones, ¿por qué extraña que le metan mano a las diputaciones provinciales y que algunos ayuntamientos se tengan que declarar en bancarrota? De verdad que no entiendo ‘na'. En el PSOE va a haber una diáspora. Lo mejor que le puede pasar es que pierda las elecciones, aquí y a nivel nacional, porque como las ganen se van a hundir más. ¿Pero no lo has visto? Es esperpéntico, la izquierda está votando a favor de todas las medidas de la derecha y la derecha se ha metido a partido de izquierdas. ¿Elecciones anticipadas dices? Antes de final de año ya veremos... Nosotros ya preparamos algunas movilizaciones impactantes en Granada, Málaga, Huelva y Sevilla. Es que no es capricho, es necesario, la calle vive en el letargo…». Cuelgo el teléfono y abro los periódicos. Leo a Inma García de Molina en LA RAZÓN, la arúspice que adelantó el día de la huelga general: para la indemnización por 20 días «la empresa tendrá que acreditar los resultados alegados y justificar que de los mismos se deduce mínimamente la razonabilidad de la decisión extintiva». Amago con encender la televisión, pero prefiero no encontrarme con Zapatero en Bruselas. Suena otra vez la chicharra del teléfono. Las dos de la tarde. Un mensaje. Una foto. Enhorabuena papás.
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