Zamora

Lío al Cuadrado

La Razón
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El PSOE está atravesando una fase de una extraordinaria fecundidad metafísica y de una irrepetible singularidad existencial. Por un lado, están los que no se quieren pringar en una candidatura del 20-N para darse el sopapo solidario con Rubalcaba, como es el sonado caso de Miguel Sebastián, que ha anunciado su ausencia como si fuera una presencia, con un bombo y platillo que no parecen muy bien intencionados. Por otro lado, están los que se lían a pisotones y a codazos para entrar en unas listas que tienen unas considerables posibilidades de no ser votadas, o sea los «candidatos a la nada», como es el admirable caso de Antonio Camacho. Camacho está siendo capaz de pelearse con Jesús Cuadrado, el tradicional candidato de Zamora, para usurparle el puesto en la cola del paro. La verdad es que tanta bronca con Cuadrado no le cuadra a uno en un momento tan delicado en el que a los casos antagónicos de esos dos ministros se suma el todavía más levantisco ejemplo de Bono, que no sólo no quiere mojarse por Rubalcaba sino que mete baza en la polémica zamorana para elevarla al Cuadrado y nunca mejor dicho. Se rumorea que lo que Rubalcaba busca en realidad con esta espectacular reconversión del PSOE en misteriosa agencia de colocación de amiguetes para unos puestos laborales, por otra parte, inexistentes, es preparar el terreno para el Congreso Federal que tendrá lugar el año que viene. Se rumorea que le «sacaron» de Interior y de la vicepresidencia del Gobierno quienes querían quitarle las buenas posiciones para ese ajedrez congresual precisamente. Sea como sea, lo obvio es que asistimos al espectáculo poco edificante de la descomposición del poder y de un partido que no tenía más que el poder como elemento aglutinador.