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Ciudad del Cabo

Ceuta una historia de convivencia

La Fundación Premio Convivencia reconoce a personas e instituciones que han contribuido a mejorar las relaciones humanasYa se han entregado 13 distinciones, entre otros, a Daniel Baremboim, a la Asociación Víctimas del Terrorismo o al Nobel Muhammad Yunus 

El director de orquesta Daniel Baremboim, en la imagen junto al presidente ceutí Juan Jesús Vivas, recibió el premio en 2007
El director de orquesta Daniel Baremboim, en la imagen junto al presidente ceutí Juan Jesús Vivas, recibió el premio en 2007larazon

Sevilla- Los habitantes de Ceuta, su comercio y sus templos son algunos de los indicios que constatan el carácter multicultural de una ciudad moderna que, desde sus orígenes, ha sido lugar de encuentro entre dos continentes y dos mares a la vez que testigo del paso de fenicios, romanos, vándalos, visigodos, bizantinos, árabes, portugueses, españoles... Hoy, cuatro comunidades –cristiana, musulmana, hebrea e hindú– comparten rutinas y espacios en perfecta armonía y convivencia, un valor en alza del que Ceuta da ejemplo y promueve con la concesión, cada año y no por casualidad, del Premio Convivencia, un galardón que supone la máxima expresión del leit motiv de la Fundación homónima, que ahonda sus raíces en 1998, cuando la Ciudad la alumbra como institución sin ánimo de lucro para la gestión del galardón y otras actividades complementarias.

De carácter internacional, el Premio Convivencia reconoce a aquellas personas e instituciones cuya labor haya contribuido de forma relevante y ejemplar a mejorar las relaciones humanas, fomentando los valores de justicia, fraternidad, paz, libertad, acceso a la cultura e igualdad entre los hombres.

La convivencia en Ceuta es pura idiosincrasia; es una peculiaridad motivo de orgullo y, por ende, que sea ella la que otorgue el Premio, dotado con 50.000 euros y una estatuilla de la escultora Elena Laverón, no es casualidad. «Si el capricho de la naturaleza ha dispuesto que esta ciudad pusiera en contacto el Mediterráneo con el Atlántico, Europa con África; el corazón de sus pobladores ha querido hermanar a cristianos con musulmanes, a judíos con hindúes, al hombre con el hombre y al presente, en fin, con su única posibilidad de futuro: la tolerancia».

Esas palabras, pronunciadas por el alcalde Alberto Ruiz Gallardón en Ceuta en 2004 cuando, en representación del pueblo de Madrid, recogió el Premio Convivencia en reconocimiento por el ejemplo dado durante la jornada más dramática de la historia española reciente (los atentados del 11M) resumen ese motivo de orgullo ceutí. El recibido por el Pueblo de Madrid ha sido uno de los trece premios Convivencia entregados hasta el momento en uno de otros tantos célebres homenajes brindados a los valores que encierra esa hermosa palabra y aquí, además, apreciada peculiaridad: convivencia.

Ceuta está llena de ejemplos. Es visible al recorrer sus calles, pues en ese paseo habremos de sortear templos de las cuatro confesiones religiosas; y apreciable es también en el calendario laboral, que refleja una sociedad plural donde no ha lugar a las estridencias. Esa es la Ceuta que se mete por los ojos del visitante en forma de un variopinto paisanaje que viste como cree.
«En la diversidad, en la divergencia y en el disenso está nuestra riqueza», exclamó en nombre del pueblo de El Salvador su ministra de Relaciones Exteriores al recoger el galardón en 2003. Un año antes, era el diplomático, periodista, aventurero y escritor francés Dominique Lapierre quien lo recibía. La Asociación de Víctimas del Terrorismo, en 2005; y el Nobel de la Paz Muhammad Yunus, en 2006, semanas antes de hacerse con ese insigne reconocimiento, forman también parte de la lista de premiados.

Una lista que completan la primera persona en compartir la ciudadanía israelí y palestina, Daniel Baremboim, el director de orquesta que cada año reúne a talentosos músicos de ambas partes; la Fundación Miguel Gil Moreno, que continúa el espíritu del corresponsal de guerra de paliar el desamparo y olvido en que quedan las víctimas de las guerras cuando ya no son portada; Manuel Elkin Patarroyo, el generoso científico colombiano que descubrió y cedió a la OMS la vacuna contra la malaria; «la madre Teresa de Suráfrica», Helen Lieberman, fundadora de Ikamva Labantu («El futuro de nuestra nación»), la organización privada de ayuda humanitaria más importante de ese país, en el que Lieberman desafió a la dictadura del apartheid para aliviar el sufrimiento de los habitantes de un distrito negro próximo a los barrios más elegantes de Ciudad del Cabo; y Sonrisas de Bombay, oenegé abrigada por el entusiasmo y entrega del periodista Jaume Sanllorente, quien, atrapado moral y humanamente en aquella ciudad india durante unas vacaciones, dejó atrás su carrera profesional para dedicarse a devolver la dignidad y la esperanza a los más necesitados.

La máxima expresión de la Fundación Premio Convivencia es ese galardón internacional, pero su actividad no acaba ahí. En 2011 se ha celebrado el VIII Certamen de Arte Postal, en el que han participado 150 artistas de 30 países diferentes. El arte, como la palabra que transmite los pensamientos, es un lazo de unión entre hombres mediante el que divulgar ideas, preocupaciones, pensamientos. Eso persigue la Fundación Premio Convivencia con esta cita anual que tiene como tema general la interculturalidad, la convivencia y el mestizaje y, como asuntos particulares, cada año uno: desde las «razones para la paz» hasta la «globalización» pasando por «la crisis mundial» o «la banca ética y el comercio justo», motivo de la última.
Además, este 2011, la FPC ha organizado y celebrado la VII Muestra de Cine Multicultural.
Favorecer una mejor comprensión de los problemas reales de otros pueblos, culturas y países disfrutando de una buena película es el objetivo de esta iniciativa, en la que el cine cobra el papel protagonista como vehículo con el que fomentar valores de una misma filosofía: justicia, fraternidad, paz, libertad, acceso a la cultura e igualdad entre los hombres.