España

Seve

Hace treinta años, en el hall del hotel Mindanao, Severiano Ballesteros me dijo que necesitaba ayuda. «Tenéis que convencer a los políticos de que necesitamos campos de golf municipales, que no es un deporte de ricos sino un deporte popular y hay que acercarlo a todo el mundo».

La Razón
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Dicho así, y en aquellos tiempos, sonaba extraño que el deporte de la población más exclusiva, y excluyente, de las ciudades pudiera ponerse al alcance la gente más sencilla. Hoy, tres décadas más tarde, la perseverancia de Seve, su ocurrencia incomprensible, es una afortunada realidad para una gran parte de la ciudadanía española. Antes nadie vería un minuto de golf en televisión. Ahora hay canales temáticos de golf. Antes sólo los ricos podían acceder a una bolsa llena de hierros. Ahora, media España porta maderas, hierros, híbridos y conoce el lenguaje del golfista como el de su quehacer cotidiano.

No nos engañemos. El golf en España es la gran obra de Ballesteros. Tuve la suerte de tratarlo, de compartirlo, de dialogar, de conversar mucho cuando el golf no era popular. Seve ha sido embajador de la España democrática, imagen de la España moderna, del deporte profesional y ejemplo del afán de superación, de la tenacidad, de las ansias de ser mejor. Me duele escribir de los amigos que se mueren, pero me daña más que se vayan muriendo los amigos. La muerte es inherente a la vida, forma parte indisoluble de nuestro paisaje cotidiano. Todos, y también él, lo sabían. Se despidió en la sencillez de los que, en verdad, son grandes. Fue un placer conocerlo y un privilegio tratarlo. Una suerte tenerlo entre nosotros. Gracias, amigo.