Ciencias humanas
Nuevas especies: hallan la comunidad de animales terrestres ubicados a mayor profundidad
Consiguen sobrevivir a más de 2.000 metros de profundidad. Escarabajos pequeños, milpiés y pseudoescorpiones son algunas de las especies que habitan en una angosta cueva en el Cáucaso Oriental. Tras doce años de expedición, espeleólogos españoles y rusos han descubierto doce animales terrestres donde la vida parecía imposible, cinco de ellos nuevos para la ciencia
Parecía impensable que en la oscuridad de una cueva a dos kilómetros de profundidad existieran animales. Sin embargo, un grupo de espeleólogos y científicos ha identificado un pequeño «ecosistema» en el fondo de la cueva Krubera-Voronya de Abjasia, en el Cáucaso Oriental. Esta cavidad fue considerada en 2001 como la más abismal del mundo.
Se conocía la existencia de bacterias a tres kilómetros bajo tierra, pero hasta el momento no había ni rastro de fauna más evolucionada a partir de 920 metros, salvo los animales acuáticos que sí pueden vivir a grandes profundidades. «La ausencia de luz y la escasez de comida en el interior de estas cuevas no nos hacían pensar en la existencia de vida», comenta la bióloga portuguesa que ha participado en la expedición, Sofía Reboleira.
Los animales de esta cavidad son invertebrados que pueden vivir a 2.140 metros de profundidad. Los investigadores hallaron más de 12 especies. «De todas ellas, cinco son nuevas para la ciencia», explica la bióloga. «Aunque parte del material biológico recogido sigue en estudio, podemos decir que los invertebrados encontrados son: Pseudoescorpion neobisium birstein. Opilion nemaspela, Araña troglohyphantes, Escarabajo catops cavicis y Diplodo carvernícola», aclara la bióloga.
«Creemos que provienen de especies de la superficie –prosigue–, aunque el proceso de especiación pudo ocurrir en el propio terreno subterráneo».
En muchos casos estas cuevas son el refugio para sobrevivir a las alteraciones climáticas, y esto es según los expertos lo que ha ocurrido en Krubera-Voronya. «Durante el invierno la superficie está totalmente congelada y el medio subterráneo es el único lugar donde estos invertebrados pueden sobrevivir durante todo el año», afirma Reboleira.
Un jardín bajo tierra
«Estos animales son muy parecidos a los que vivirían en el suelo de cualquier jardín, pero adaptados a las condiciones de profundidad», argumenta Alberto Sendra, otro de los biólogos del estudio. «El medio subterráneo es un ecosistema más, con escasa biodiversidad por la ausencia casi completa de productores primarios, –continúa Sendra–. Pero Krubera y la mayor parte de las cuevas conocidas reciben materia orgánica del exterior disuelta o partículas a través de filtraciones».
«La mayoría de los invertebrados que descubrimos es exclusivamente subterráneo, aunque también hay especies que pueden vivir en la superficie», afirma el biólogo.
Las características que les permiten sobrevivir son todavía un enigma. «Estamos impresionados de la presencia de una comunidad biológica estructurada, con sus depredadores y presas», añade.
La excavación la ha llevado a cabo el equipo «Cavex Team», un colectivo multinacional integrado por un núcleo estable de espeleólogos rusos y españoles. Las expediciones comenzaron en 1997, y poco a poco se fue explorando las simas más profundas del mundo. «Aunque llevamos explorando la zona Krubera-Voronya desde el año 2000, las investigaciones estrictamente biológicas comenzaron en 2010», comenta Sergio García-Dils, uno de los coordinadores del grupo.
«La logística ha tenido un papel muy importante durante el estudio. Equipamos la sima con más de 5.000 metros de cuerda, 1.000 anclajes, línea telefónica, y varios campamentos subterráneos que nos permitieron trabajar en el interior de la cueva hasta dos o tres semanas sin tener que salir al exterior», enumera García-Dils.
El trabajo de «Cavex Team» estuvo en todo momento coordinado al milímetro. «Teníamos que introducir alimentos y suministros varios en la sima, –continúa Sendra–, así como evacuar los residuos generados evitando alterar el equilibrio del ecosistema subterráneo».
Además de vencer dificultades como el curso del agua del río y sus peligrosas crecidas o las bajas temperaturas, «tuvimos que lidiar con la delicada situación políticas del Caúcaso en general, y de la República de Abjasia en particular», comenta Sergio.
A pesar de todo, el equipo pretende seguir con la excavación, «creemos que hay especies con vida a más profundidad todavía, el problema es conseguir acceder a ellos», finaliza Sendra.
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