Copa Confederaciones

122 minutos de infarto

Al borde del infarto. Así se vivió en el «Recoletos Stadium» la final del Mundial hasta el minuto 16 de la prórroga, hasta que Iniesta hizo historia con un gol heroico. Entonces se escuchó el grito del éxtasis: «Yo soy español, español, español» y el cordón de seguridad se desbordó ante una multitud ansiosa de celebrar.

Aficionados madrileños en la plaza de Cibeles
Aficionados madrileños en la plaza de Cibeleslarazon

Pero hasta entonces cada minutos se vivió como una estación de un «vía crucis» de más de dos horas de duración. El primer y sufrido «uuuuyyyy» llegó sólo unos minutos después del inicio del partido. Más de 200.000 «Sergios Ramos» gritaron al unísono tras la ocasión del sevillano rente a la portería holandesa. Con cada una de las tarjetas amarillas, la afición madrileña gritó sin pudor al árbitro. Con cada corner, los devotos de «La Roja» rezaron a «san Puyol». Pero lo de ayer era una final de altura y, como tal, el triunfo no fue fácil. Con la ocasión de Villa en del minuto 69, casi interviene el Samur (preparado para posibles accidentes). No sólo no hizo falta sino que los seguidores concentrados en el «fan park» se repusieron rápido para animar a «La Roja» y seguir confiando en las predicciones de Paul: «¡Ya lo dijo el pulpo, vamos a ganar!», animaban. Del «yo soy español, español, español» se enteró en toda la ciudad. Fue lo más coreado. Sin perder un segundo la confianza en los de Vicente del Bosque, Madrid resistió al calor con gorras, abanicos e incluso paraguas. Y eso que con una manguera se refrescaba a los valientes que animaban bajo el sol, algunos incluso, desde primera hora de la mañana para coger el mejor sitio. Madrid se había vestido de rojo para motivar a la diosa Cibeles, que, tras la pantalla de 60 metros colocada en el Paseo del Prado, se engalanó rojigualda. Como ella, lucían la bandera nacional Neptuno, el Palacio de Comunicaciones (Ayuntamiento de Madrid) y los miles de personas que vivieron la final en el centro de la capital del mundo. Con la llegada de la prórroga, en las conciencias de muchos empezaron a pesar las promesas hechas el miércoles tras la victoria frente a Alemania. El «si ganamos el mundial me rapo el pelo» o «si nos traemos la copa me baño desnuda en la Cibeles», eran recordadas con ganas. En la segunda parte de la prórroga todo Madrid jugó en los pies de Torres, Navas y Cesc. La tarjeta roja de Heitinga se celebró como si fuera gol. Pero el gol llegó y el «Recoletos Stadium» se cayó abajo. Hubo abrazos, lágrimas aplausos y directamente los gritos de «¡campeones, campeones!» que entrecotaban un himno nacional más sentido que nunca.