Santander

Marco a hombros y Castella a las puertas

Santander. Cuarta de feria. Se lidiaron toros de Puerto de San Lorenzo, serios y de buen juego 2º, 5º y 6º. Algo más áspero el 4º, pero con faena. Descastado el 2º y deslucido el sobrero de Ortigao Costa (1º). Casi lleno. Enrique Ponce, de purísima y oro, pinchazo hondo bajo, descabello (silencio); cuatro pinchazos, aviso, descabello (silencio). Francisco Marco, de purísima y oro, estocada (oreja); estocada baja (oreja). Sebastián Castella, de carmín y oro, estocada, aviso (saludos); estocada baja, aviso (oreja). Parte médico de José Luis González, «cornada envainada en el gemelo derecho que no afecta a vasos importantes»

Francisco Marco salió ayer a hombros tras cortar dos orejas en Santander
Francisco Marco salió ayer a hombros tras cortar dos orejas en Santanderlarazon

Canito, al borde de los 100 años, qué barbaridad, sigue de plaza en plaza. Por su objetivo ha pasado todo el toreo, también el Monstruo, Manolete, que encontró en el toro la muerte. En las venas lleva la pasión, inquebrantable, figura donde las hayas. Decano de fotógrafos. La institución. Ayer en el quinto se quitaba Canito su gorrilla mítica, como es de proceder ante un brindis. A él se entregó Francisco Marco y en silencio todos los que amamos la profesión y echamos en cada feria una mirada al callejón buscándole. En los negativos de su casa se esconden los misterios del toreo. Le dedicó Marco la faena a un toro que había sido bravo en el caballo: empujó de verdad, tirando de riñones para salvar el pulso y había herido a José Luis González, que no llegó a tiempo al callejón. Tenía el navarro-cántabro la puerta a medio abrir. La grande, aquel umbral por el que todos quieren salir en volandas. Una oreja había paseado de su primero y otra más se llevaría tras una faena que iba camino de la eternidad. Hubo tiempo para todo, las intermitencias, el acople con las buenas arrancadas del toro que quería siempre, en todo momento, muleta a la que seguir. Y un remate volcánico por bernadinas, que encendieron los tendidos y entonces ya poco importó que cayera abajo la espada. Se llevó Marco un buen lote de Puerto de San Lorenzo. Una corrida interesante y para disfrutar. El segundo repitió en la muleta con nobleza y calidad. Había toro para faena y resolvió Marco hasta asegurarse un trofeo.

Tuvo mérito la faena de Castella con el tercero, que se rajó aún antes de entrar en el caballo. El francés quiso, se empeñó y dejó una faena interesante ante las irregularidades del toro, que igual daba tres arreones que se quedaba a esperar. La bondad del sexto remató la buena nota del encierro. A fuego le quedaron los dos pases cambiados por la espalda como punto de partida. En ese mismo momento entró la gente en la faena. No, perdón, había ocurrido antes, quizá en el quite por chicuelinas de quietud y verdad. El largo trasteo de Castella tuvo tandas buenas, templadas, ajustadas a la infinita bondad del astado. Se le pidió el doble trofeo y el presidente reguló con una oreja, castigo a la estocada que cayó tirando a mal. Pero ése también había sido el sino de la tarde en otras faenas.

No estuvo Ponce fino con la espada ante el cuarto, brusco pero que tenía qué torear sobre todo por el zurdo. A Ponce se le vio a gusto aunque no acertara al final. Otra cosa fue el sobrero de Ortigao Costa que saltó para abrir festejo. Ni clase ni casta y ni tan siquiera un resquicio de que anduviera por allí. Menos que justo después saltó la del Puerto.