Actualidad

Entre el ahorro y las chuminás por Lucas Haurie

La Razón
La RazónLa Razón

Uno siempre se barruntó que las famosas «políticas activas de empleo» eran una pedrea presupuestaria para asociaciones de vecinos y pseudoempresas afines. Más o menos como la formación subvencionada, la gran estafa hispánica a la Unión Europea. Sin embargo, nunca como en los recién presentados presupuestos municipales para 2012 se atrevió nadie a plasmarlo. Partida total: cero, para pasmo y/o escarnio de Juan Espadas y Antonio Rodrigo Torrijos, responsables desde la Junta y el Ayuntamiento del reparto masivo de euros como dique a un paro que nunca cesó de crecer pese a sus desvelos. Reconocerán, si no el latrocinio, que la cosa no era el colmo de la eficacia. Se puede ahorrar, o sea, si hay voluntad y también se puede malgastar el dinero ahorrado en mangazos de nuevo cuño, en renovación de los anteriores con nuevos beneficiarios o en chuminás de la tía Carlota. Este gobierno local, de momento, se decanta por la tercera modalidad, sin duda la menos dolosa pero quizá la más evitable. Cualquier cosa menos circunscribir el gasto público a lo verdaderamente perentorio, que es mucho. Tratan de contrarrestar la caricatura de Eduardo Manostijeras que le endilgan sus adversarios con comportamientos de Papá Noel para contentar a la afición.