Bibliotecas y Museos
Los tesoros de la cápsula del tiempo ya están en Sol
Hasta el 15 de septiembre, la Puerta del Sol regresa a 1834 a través del contenido de la cápsula del tiempo que se encontró el pasado diciembre bajo la estatua de Cervantes en la Plaza de las Cortes.
La Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional, acoge desde ayer una exposición en la que, además de los secretos que se escondía en la caja de plomo del siglo XIX, se pueden ver 43 piezas originales de la época. La presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, acompañada por el vicepresidente primero y consejero de Cultura y Deportes, Ignacio González; y el comisario de la exposición, Alfonso Bullón, inauguró ayer la muestra que lleva el título «La cápsula del tiempo. Del Absolutismo al Liberalismo». A lo largo de siete estancias se pueden recorrer distintos aspectos de la España de 1834 como la vida cotidiana o los sucesos políticos y militares del momento. Junto a los originales encontrados en la plaza de las cortes, la exposición acoge también más de 300 piezas digitalizadas y recreaciones en 3D de la época, que se pueden disfrutar gracias a unas gracias polarizadas que se entregan en la entrada. Así, en la primera estancia se puede ver el recipiente original de la cápsula con la gran mayoría de las piezas que contenía como los dos tomos de El Quijote, grabados, monedas, medallas, dos ejemplares de la Gaceta de Madrid en los que se recogen las disposiciones testamentarias de Fernando VII y la sucesión de Isabel II, entre otros. Documentos que supusieron una convulsión en la Historia de España tal y como se explica en las siguientes salas de la exposición que relatan, entre otras cuestiones, el estallido de las guerras carlista o la intentona liberal de Torrijos. Casi dos siglosAdemás de los 175 años que ha permanecido enterrada la cápsula bajo la plaza de las Cortes, los madrileños han tenido que esperar casi medio más hasta poder disfrutar de su contenido puesto que, tras su descubrimiento el pasado mes de diciembre, se tuvo que realizar un meticuloso proceso de restauración para evitar que se estropeasen las piezas. El Museo Arqueológico Regional fue el encargado de recuperar cada uno de los tesoros ocultos en el cofre de plomo. La clave del éxito en la recuperación fue la meticulosidad con la que los responsables de la cápsula la protegieron de los agentes externos. Además de las soldaduras de metal, los documentos estaban en el interior de una urna de cristal y cubiertos por un «biocida» para acabar con insectos y hongos.
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