Barcelona
Isla flotante
La embarcación cuenta con 1.000 m2 de espacio habitable para 12 personas y cuatro tripulantes y 160 m2 de paneles solares para las necesidades energéticas sólo en alta mar, porque para traslado necesita de un barco remolque. Un paraíso personal por cinco millones de euros al alcance pocos bolsillos , ¿compatible con la protección marina?
Seguro que más de uno ha soñado alguna vez con desaparecer en una isla desierta. Si además, la isla es privada, lujosa y se puede trasladar al sitio que más convenga, ¿quién puede negar la tentación? Desde Austria, la empresa Orsos Island ofrece islas flotantes autónomas no aptas para todos los bolsillos; permitirse hacer realidad este sueño cuesta unos cinco millones de euros. A cambio la casa-yate ofrece en 37 metros de largo y 20 metros de ancho, 400 m2 de espacio en cada planta o unos 1000 m2 de espacio habitable para 12 invitados y cuatro tripulantes.
Para transportar este paraíso personal habría que contratar los servicios de un buque de carga o un remolque que lleve la isla a cualquier lugar del mundo. Orso cuenta con dos motores diésel y un tanque de combustible de 6.000 litros para mover la estructura si las condiciones climatológicas lo exigen o para pequeños movimientos. Para tener una idea: «6.000 litros es lo que carga una embarcación pequeña de unos 18 metros. En barcos a motor el consumo depende de la potencia de los motores, del desplazamiento y del régimen (rpm), entre otros factores, por lo que puede variar mucho y cada barco es un mundo. En general, en un diésel marino se calcula un consumo de 0,25 l por caballo y hora. 6.000 litros en un barco de 40 metros no dan ni para ir a tomar una copa a Baleares desde Barcelona y volver», explica Germán Soler, director editorial de Náutica y Yates.
Comparar las prestaciones de una yate motorizado y de esta estructura es complicado porque «la isla no necesita infraestructura adicional, motorización y equipamiento técnico especial», explica el equipo de diseño. Algo que incide en el precio: «en cuanto a prestaciones y equipamiento, a partir de los 24 metros los barcos están sujetos a una legislación especial, que les considera casi como buques de pasajeros, en este caso de 18-20 personas. Llevan dos radares, sistemas de comunicaciones dobles, cortafuegos... Un barco de 30 metros y motor de 1.500 caballos lleva generadores con de 50 kW capaces de iluminar una ciudad, pero las necesidades energéticas de un yate de lujo con salones, discoteca, aire acondicionado son muchas. Económicamente tiene que salir perdiendo el barco. Un yate de 30 metros puede costar unos siete millones de euros», explica Soler. Esta casa está pensada para albergar karaoke, jacuzzi, discotecas; en fin, no privarse de todas las diversiones de unas buenas vacaciones, lo cual se traduce en potencia energética.
A medida y ¿respetuoso?
Para cubrir las necesidades de la isla o pequeños movimientos a velocidad reducida, se reservan 160 m2 para la instalación de paneles fotovoltaicos y aerogeneradores. El agua potable se consigue gracias a la desalinización en el buque y el almacenaje de 12.000 litros de agua fresca. El equipo presume de que su propuesta es respetuosa con el medio ambiente y energéticamente independiente pero también afirman que «la capacidad del tanque de combustible se pude aumentar siguiendo requerimientos del comprador». En cuanto a la eliminación de aguas residuales remiten a las legislaciones actuales que exigen que los barcos almacenen su basura para descargarla en el puerto o las zonas de alta mar consentidas y sobre el excedente de sal resultado del proceso de desalinización: «Fluye de nuevo al mar como en otras infraestructuras actuales conocidas», afirma el equipo.
Cada vez hay más proyectos de islas flotantes, casas-refugio o de lujo e, incluso, negocios acuáticos. Algunos surgen tras grandes inundaciones para prevenir sus efectos catastróficos, otras nacen por placer estético y muchas, más inquietantes, parecen estar unidos a un instinto colonizador del mar. Grosso modo los peligros de la proliferación de embarcaciones tiene que ver con las anclas y las cadenas que: «Si hay saturación en las zonas de fondo arenoso, se lanzan en cualquier sitio, el viento mueve las embarcaciones, causando arrastre por el suelo y eliminación de la flora autóctona», explica Silvia García científica marina de Oceana. Otro peligro son los vertidos. En teoría desde el Convenio de Barcelona del 76, la legislación prohíbe lanzar las aguas residuales al mar, pero muchas veces depende de la conciencia de cada uno. Por último: «las ampliaciones de puertos modifican el flujo del agua en la costa y cambian la dinámica del litoral, alterando el turismo y la pesca», termina García.
En los eventos deportivos es normal encontrar soluciones renovables; una mezcla de hidrogeneradores, aerogenerados y paneles solares combinados permiten competir en pruebas a vela, como el caso del nuevo barco de Acciona o incluso, si no hay prisa, dar la vuelta al mundo sólo con energía solar, como acaba de hacer el Turanor Planet Solar. Este prototipo ha tardado un año pero ha demostrado que se puede dejar atrás, aunque sea un poquito, el petróleo. Poco a poco el uso de energías renovables se hace un hueco en las embarcaciones de recreo: «Cada vez se usa más la propulsión híbrida. Sin abandonar el motor tradicional y con presencia anecdótica en muchos casos, las renovables ayudan a que el generador no esté permanentemente encendido en el puerto o a salir de él sin hacer ruido y sin encender el motor», concluye Soler.
Terminada la fase de diseño de la Isla, el estudio comienza a preparar la producción bajo pedido que les llevará en las primeras unidades entre 18 y 24 meses. Habrá que esperar a ver la primera isla y a juzgar si los caprichos de los propietarios van de acuerdo con la protección marina. No hay que olvidar que estos barcos se hacen bajo pedido.
✕
Accede a tu cuenta para comentar