Copa del Rey

Barcelona

El Rubin Kazan de penalti

El triunfo del Rubin Kazan ante el conjunto danés del Copenhague le permite mantener opciones de clasificación, aunque todas pasen por puntuar en el Camp Nou en la última jornada del grupo D.

Bolaños pelea un balón en el partido disputado ayer entre el Rubin Kazan y el Copenhague, en el que el equipo ruso venció 1-0 de penalti
Bolaños pelea un balón en el partido disputado ayer entre el Rubin Kazan y el Copenhague, en el que el equipo ruso venció 1-0 de penaltilarazon

Ayer, el Copenhague, que se lo había puesto en chino al Barcelona, fue un equipo vulgar, nunca se encontró cómodo sobre el terreno de juego y no pudo imponer su juego, pese a que mantuvo más tiempo la pelota e intentó por todos los medios hacer un gol que le diera la clasificación.
El Rubin se mostró como un equipo al que le falta gol –el de ayer fue el segundo que hace en cinco encuentros– y su esfuerzo colectivo encontró el premio en un penalti señalado por el inglés Atkinson al filo del descanso tras una mano de Gronkjaer. Noboa transformó la máxima pena y rompió un partido equilibrado, con muchas imprecisiones y más errores que aciertos.

El partido empezó un tanto lento. Ni los locales ni los daneses quisieron hacerse dueños del choque y entregaban la posesión del esférico a su rival, que vivía en idénticas condiciones. Sin embargo, la apatía general apenas duró media hora, momento en que los rusos cambiaron su actitud.

El Copenhague, que dependía de sí mismo para clasificarse para octavos, no reaccionó y el partido tomó color local. Así, y casi al filo del descanso, el Rubin abrió el marcador. Un gol clave, en un momento decisivo del que los rusos hicieron un tesoro. Ya en el segundo acto, el Rubin prefirió defender y el equipo danés comenzó a encontrar su sitio en el encuentro, pero no consiguió romper el ritmo del partido.

Fue en el ecuador de la segunda parte cuando el Copenhague tuvo la primera oportunidad clara del partido con un buen disparo de N'Doye, pero la pelota rozó el poste. No tuvieron más los daneses, que deberán esperar un milagro de los rusos en Barcelona.