Historia

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Un viento autoritario

La Razón
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Detesto los ejercicios de autoritarismo. Es una manía personal. El mundo me ha hecho así. El mundo y que me inyectaron marxismo en vena, sobre todo en la universidad. La homogeneidad de pensamiento me horripila y tiendo a llevar la contraria buscando vanamente diversión, que la vida no sea plana y totalitaria. Así que los profesores de mi Alma Mater sólo consiguieron, al intentar adoctrinarme en el marxismo-leninismo, convertirme en lo que ellos mismos, con un retintín de desprecio, llamarían «una liberal». Claro que en España eso de ser «liberal» sólo se entiende si se aplica vulgarmente a las costumbres sexuales relajadas, no a la política. Por eso hace tiempo que renuncié a ser «comprendida» (snif). Solamente me queda pasarlo bien. Escribo, pues, este artículo. Cuestión de higiene democrática, y tal: hemos celebrado el día de la Constitución en «Estado de Alarma». ¡Qué metáfora más certera de nuestra situación! De la Constitución no hablaré. Sobre la salud de ese cadáver que se pronuncien los expertos. Respecto al «Estado de Alarma» tengo un par de cositas: España es un país con cierta tradición dictatorial, donde siempre han gustado los espadones, los «núcleos duros» y los pronunciamientos. El autoritarismo es la concentración de poderes en muy poquitas manos. Es antiliberal, crea obligaciones no deseadas por los ciudadanos, impone leyes, formas y moral bajo la excusa de estar protegiendo la libertad o la seguridad colectivas, o ambas cosas. El autoritarismo es tan reaccionario que, a mi juicio, apesta. Sin embargo, parece que en España agradan todavía los gestos autoritarios. «Ha metido en vereda», «ha puesto firme…» son expresiones que encantan al común españolito. Sólo así cabe entender la conformidad, el entusiasmo y la unanimidad con que se han recibido las medidas, de marcado carácter autoritario, que el Gobierno ha tomado contra los controladores aéreos en los últimos días.
Que los controladores se han pasado siete aeropuertos: sí. Que el perjuicio a la sociedad debido a sus irresponsables acciones es tan enorme que el deterioro de su imagen y su «causa» será irreparable: también. Pero que la actuación del Gobierno está siendo autoritaria y opaca: desde luego. Sería deseable que las «autoridades» nos explicaran bien las cuentas (incluidas las deudas) del sector aéreo, el por qué del distinto trato dado a los controladores respecto a otros colectivos, etc., poniendo término a las prácticas autoritarias. Que, al fin y al cabo, el espacio aéreo sólo pertenece al viento, como diría Zapatero.