Doctrina Parot

Pilar Elías: «Nunca se van a arrepentir esos sinvergüenzas»

Las víctimas del terrorismo lamentan que se concedan permisos a los etarras con delitos de sangre

Desde que su marido, Ramón Baglietto, fuera asesinado por el mismo niño al que un día salvó de ser atropellado, Elías quiso seguir sus pasos como concejala
Desde que su marido, Ramón Baglietto, fuera asesinado por el mismo niño al que un día salvó de ser atropellado, Elías quiso seguir sus pasos como concejalalarazon

MADRID- «Esos sinvergüenzas no se van a arrepentir nunca. A mí no me han pedido perdón, y no lo van a hacer». Quien habla es Pilar Elías, viuda de Ramón Baglietto, asesinado en 1980 por la banda terrorista ETA. Ha tenido que soportar cómo uno de los asesinos de su marido instalaba una cristalería debajo de su casa ahora, otro de ellos disfruta de permisos penitenciarios. La noticia de que siete internos de la banda terrorista ETA acceden a permisos regulares y aspiran a la prisión atenuada ha causado estupor entre las víctimas. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguraba esta semana que en la prisión de Nanclares de Oca ya «no hay presos de ETA». Según indicó el titular de Interior, en dicha cárcel, «se cumple con la ley» y no hay «ningún preso» de la banda que disfrute de esos permisos penitenciarios porque los que lo tienen, han renunciado a la violencia o pedido perdón a las víctimas. Pero ese perdón no ha llegado nunca, ni en público ni en privado, por eso, las víctimas no han salido de su asombro con las palabras del ministro. «Rubalcaba es un mentiroso patológico, está jugando y quiere que toda esta gente vuelva a las instituciones. Es otra artimaña del Gobierno», asegura la viuda de Baglietto. «Nos están haciendo un daño impresionante. No han parado de humillarnos». Pilar Elías lleva ya quince años como concejala en el ayuntamiento de Azkoitia, un municipio donde aún permanecen cinco concejales de ANV en las instituciones. «Estoy viviendo este ambiente todos los días y sé que no se arrepienten de nada. Tengo que soportar cómo el Ayuntamiento les da una partida para que los familiares de los asesinatos vayan a visitarlos a las cárceles, pero a mi no me dan ni para ponerle flores a mi marido en el cementerio». Pedro Ricondo es el padre de Antonio Ricondo, un estudiante de Santander que fue alcanzado por la onda expansiva de un coche bomba en 1992 cuando tenía 27 años. Estos días ha vuelto a revivir el dolor, cansado de repetir una y otra vez lo mismo que ya dijo en enero: «Ninguno de ETA se merece perdón cuando hay víctimas por medio, sobre todo, en mi caso, que soy una persona ofendida y maltratada directamente por esos canallas». Desde la AVT no descartan movilizar a la ciudadanía si lo consideran necesario en el caso de que «esta injusticia» continúe. Según indicaron en un comunicado «no admitirán eufemismos para designar a quienes tan sólo son asesinos y terroristas condenados por la Justicia por pertenecer a ETA», no admitirán que se mienta «en nombre de las víctimas», «ni tratos de favor» con los terroristas porque «el dolor de una víctima no prescribe». Algunos piensan que se trata de una estrategia de Interior y el Gobierno para medir la opinión pública y ver cómo determinados «gestos» o «movimientos» con los terroristas o su entorno son recibidos por la sociedad y las víctimas y si son o no tolerados. Para el eurodiputado del Partido Popular, Jaime Mayor Oreja, no hay duda e insiste, como ha hecho desde mayo, en que el Gobierno de Zapatero mantiene con la organización terrorista ETA un «proyecto de resolución de conflictos» que se lleva a la práctica «cada semana» y que está en «fase avanzada». Según Mayor Oreja la gestión de Instituciones Penitenciarias no pretende «dividir» a ETA sino «dar satisfacción» a los mediadores internacionales que guían al Gobierno en este momento.

Luchadora incansablePilar Elías es una mujer valiente. Desde que su marido, Ramón Baglietto, fuera asesinado por el mismo niño al que un día salvó de ser atropellado, Elías quiso seguir sus pasos como concejala. Le duele reconocer que si quiere pasear «tenemos que ir protegidos. No podemos sacar la basura, ni coger correspondencia, ni abrir la puerta» con libertad. Tiene que soportar casi a diario la presencia de Azpiazu, el asesino de su marido, que abrió una cristalería debajo de su casa.