Cádiz
Los héroes españoles de Francia
Los miembros de Fuerza de Guerra Naval Especial, que rescataron en aguas del Índico a una ciudadana gala secuestrada por piratas, viven en una constante preparación que los convierte en una de las mejores unidades del mundo
Sus apariciones públicas se cuentan con los dedos de una mano y aún sobra alguno en el recuento. Y casi mejor, porque cuando lo hacen es porque la situación es crítica y se precisa del mejor cirujano, capaz de estirpar un tumor sin causar daño al cuerpo enfermo. Llegan, entran, actúan y salen. Rápido, limpio, eficaz, discreto y contundente. La Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE) de la Armada no se anda con «chiquitas». No puede, la situación nunca lo permite. Para eso se entrenan meticulosamente, muy duro, en situaciones extremas, tanto en el mar como en la costa o la montaña.
El pasado domingo hicieron su última aparición conocida, liberando a una ciudadana francesa, Evelyn Colombo, de las garras de piratas somalíes. Lo hicieron con una pulcritud y una efectividad que llamó la atención del presidente francés, Sarkozy. Unos pocos disparos de su tirador de élite inutilizaron el esquife pirata y un salto al agua de su jefe de unidad sacó a la rehén de la peor situación de su vida. Una misión compleja ejecutada a la perfección.
No es la primera vez que demuestran su efectividad en alta mar. El 9 de diciembre de 2002 ejecutaron al «operación Socotora», también en aguas del Índico. La entonces Unidad de Operaciones Especiales (que, junto a la antigua Unidad Especial de Buceadores de Combate forman la Fuerza de Guerra Naval Especial), demostró una capacidad de actuación y una precisión difíciles de igualar. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos dieron el aviso de un buque sospechoso de traficar con armas, el «So-San». La fragata «Navarra» y el buque «Patiño» se dirigen a su encuentro. El navío, que asegura llevar cemento, se niega a pararse cuando es requerido. Es más, acelera. Entonces, entra en acción la unidad. Dos tiradores de élite reciben la orden de acabar con dos objetivos: la antena de comunicaciones del barco y las jarcias de acero que cruzan casi de proa a popa el barco para permitir al helicóptero descargar a los comandos que habían de tomar el control del «So-san». No fallan. A 300 metros, con el vaivén de ambos barcos, los tiradores dan en los blancos y los comandos entran en el buque, que efectivamente, llevaba misiles.
Durante el secuestro del «Alakrana», en octubre de 2009, un grupo de la FGNE fue lanzado al Índico desde un avión en plena noche. Debía incorporarse al operativo de la Armada que vigilaba al pesquero español por si hacía falta su intervención. No hubo opción o determinación política para ello, pero estaban preparados para asaltar el atunero en cualquier momento. Llegaron a la fragata «Canarias» como si lanzarse en paracaídas en mitad del océano de madrugada fuera lo más normal del mundo y se pusieron a las órdenes del comandante del buque. Se instalaron en donde había un hueco y esperaron la orden que nunca llegó. En un secuestro como el del «Alakrana» hay que hacer una previsión de bajas posibles entre los rehenes y asumir riesgos (bajas propias). Sólo la idea asusta a cualquier político español.
«Clasificado»
Como en sus unidades parecidas de los otros dos ejércitos (el Mando de Operaciones Especiales de Tierra y el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas del Aire) la mayor parte de sus características y procedimientos están en la nebulosa cercana al secreto. Casi todo lo que rodea a esta unidad es «clasificado». Su armamento incluye desde pistolas y subfusiles al fusil de asalto HK G36 y a fusiles de precisión Accuracy y Barret M95, con miras telescópicas de última generación, además de material específico para abordajes y asaltos en la mar.
Un «boina verde» de la Armada se entrena en hasta 17 especialidades. En una primera fase, en la que realizan un periodo de formación selectivo, se cualifican en técnicas de reconocimiento especial, asistencia militar, buceo, manejo de explosivos, paracaidismo, combate en tierra, defensa personal y tiro de precisión e instintivo. Eso para empezar. Una vez finalizado este curso de operaciones especiales, realizan un segunda fase específica de Guerra Naval Especial en el que se les capacita como buceadores de combates y especialistas en técnicas especiales con las plataformas navales de superficie y submarinas. Finalizadas ambas fases se integran en la unidad y realizan cursos de de formación avanzada; apertura manual de paracaidismo, conducción de vehículos de combate, medicina, comunicaciones, inteligencia, idiomas y tiro avanzado. Durante su formación realizan ejercicios de abordaje (diurno y nocturno), tanto desde embarcaciones rápidas semirrígidas, como desde helicópteros, prácticas de rescate de rehenes, de infiltración, combate cuerpo a cuerpo y un largo etcétera.
Lejos de practicar sólo en el mar, tanto en superficie como debajo de ella, y en la costa, los miembros de la FGNE entrenan en las más diversas condiciones y escenarios. Desde desiertos como las Bárdenas Reales hasta adiestramiento en alta montaña, los «boinas verdes» están capacitados para actuar en prácticamente cualquier escenario. Una parte importante de su formación, por raro que pueda parecer a priori para una unidad eminentemente marítima, es el combate en zonas urbanas. Y lo es por una sencilla razón. En un buque, la técnica de combate es básicamente la misma que en ciudad, sólo que en un escenario inestable, pequeño y muy impredecible.
Todo ello acompañado por un entrenamiento físico y mental extremadamente exigente y una constante evaluación de sus capacidades. Demostrado quedó el fin de semana pasado, con el rescate de la rehén francesa, que toda esa exigente preparación da sus frutos en una de las mejores unidades del mundo.
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