Galicia
César Cabo: «Soy el antifamoso»
No busca la popularidad, pero se ha topado con ella por sus dotes como negociador y –por qué no decirlo– por su atractivo. El portavoz de los controladores aéreos habla por primera vez de cómo lo está viviendo
«No me pidas que me quite la camisa». A pesar de la soltura con la que se defiende ante los periodistas, César se ruboriza cuando se le pide que deje a un lado la chaqueta para posar algo más relajado ahora que ha se ha zanjado el conflicto del verano: el que enfrentaba a los controladores aéreos con AENA. Discreto y sencillo, el portavoz del sindicato de los controladores aéreos USCA vive al margen de la etiqueta de «sex symbol» que se le adjudica en las redes sociales. Vive con su gato «Churli» y se mueve en moto por Madrid para escapar de los atascos, no de la fama.
-¿Sabe que la imagen de los controladores ha mejorado, en gran medida, gracias a usted?
-Antes ni siquiera existíamos y, eso se debía a una mala gestión de comunicación que hemos solucionado.
-Y todo, en tiempo récord.
-Apenas llevo unos meses como cara visible. Mi primera intervención fue en la radio, en el mes de febrero y recuerdo que me puse bastante nervioso al pisar por primera vez un estudio de radio, ver el pilotito rojo, saber que miles de personas te escuchan en directo... Pero con el tiempo he descubierto que comunicar me gusta.
-Firmado el pacto con Aena, ¿cuál ha sido su mayor logro?
-Mostrar el lado más humano de los controladores. Hacer ver que somos trabajadores, como otros cualquiera y que, aunque tenemos una situación laboral privilegiada por cuestiones de la gestión de una empresa, no nos tenemos que sentir culpables. Somos personas normales que vivimos como tal, ejerciendo un trabajo además de mucha responsabilidad.
-Está claro que tiene una gran capacidad negociadora...
-Sobre todo, estoy muy contento porque he visto reforzada mi autoestima. Gracias a todo esto, he descubierto que sé defender unos objetivos, mantenerme firme y expresarme con claridad de tal modo que no sólo se me entienda, sino que se me comprenda. También he mejorado el autocontrol. Por ejemplo, el otro día cuando vi la marabunta de fotógrafos y cámaras a la puerta del hotel y era consciente de que eso lo iban a ver millones de personas en los informativos de esa noche. Me faltaba el aire pero supe salir adelante y me siento orgulloso de mí mismo por ello.
-¿Por qué se lanzó representar a su gremio?
-No fue una decisión premeditada. Aunque he estudiado la carrera de periodismo, jamás he hecho prácticas, pero sentí que necesitábamos dar voz y humanizar nuestra labor.
-Fue compañero de clase de Doña Letizia...
-No he mantenido una relación de amistad con ella, pero recuerdo que en la facultad siempre se sentaba en las primeras filas y daba la sensación de ser una estudiante muy aplicada.
-¿Cómo ha vivido el paso del anonimato a la fama?
-Algo he notado, pero debemos de cambiar mucho de la televisión al natural porque tampoco me han parado por la calle. Sí he notado alguna mirada, algún cuchicheo... Por ejemplo, el otro día en mi gimnasio se acercó una chica y me dijo: «¿tú eres el de los controladores?». Mi madre bromea conmigo y me ha dicho que es normal que no me reconozcan, porque estoy mucho peor de lo que me pintan.
-Este revuelo que se ha formado en torno a su imagen, ¿puede perjudicar en las negociaciones?
-Si lo sabes controlar, no. Todo empezó por iniciativa de la mujer de un controlador aéreo de Palma de Mallorca que, cuando escuchó a su marido decir que sólo faltaba que me abriesen un club de fans, se animó a hacerlo entre bromas. Su sorpresa vino cuando al día siguiente había más de cien personas agregadas.
-¿Cómo se lo han tomado sus compañeros?
-Me dicen que ésto les ha servido como la única vía de escape ante una situación realmente muy dura. Luego bromean y me dicen que yo soy el único que tiene el futuro resuelto. La gente está muy agradecida y bastante contenta.
-¿Ya ha firmado algún autógrafo?
-Ja,ja, ja. No. Soy el antifamoso. Esto del famoseo no va conmigo, es más, creo que si a nuestro lado estuviera sentada Penélope Cruz, no me acercaría a pedirle un autógrafo. Creo que la vida privada de cada uno hay que respetarla. Es más, creo que para ellos tiene que ser muy incómodo.
-¿Cómo se siente cuando le comparan con Robert Redford?
-Me parto de risa.
-¿Se sabe guapo?
-Soy consciente de que no tengo una mala apariencia y sé que la imagen indudablemente ayuda, pero también puede ser un arma de doble filo. La gente normalmente te juzga de antemano, sin conocerte, sólo por la apariencia que tienes y puede que se equivoquen. Una imagen tiene mucho más detrás.
-Pero usted se cuida...
-Me encantan los deportes, sobre todo patinar. De hecho, cuando terminemos la entrevista, quizá vaya a patinar un rato. Además voy con frecuencia al gimnasio, pero no hago ninguna dieta ni me obsesiona en exceso mi cuerpo. Entiendo que quien viva de su imagen sí lo haga, pero no es mi caso.
-Parece un hombre coqueto, ¿cómo le gusta vestir?
-Siempre informal. De hecho, sólo tenía un traje y una corbata antes de empezar con todas las comparecencias en los medios. No soy una persona a la que le guste derrochar en ropa. Para vestir bien e ir cómodo no es necesario gastarse mucho dinero. Suelo comprar en rebajas y en el extranjero porque, lo cierto es que no me gusta vestir igual que los demás.
-Además de comunicar, ¿qué es lo que más le gusta hacer?
-Me encanta viajar.
-Le pongo un billete de avión en blanco, ¿dónde se iría?
-De pequeño, cuando veraneaba en la tierra natal de mi madre, Galicia, leí «Grandes descubrimientos arqueológicos». Allí se hablaba de tres sitios que me prometí que conocería: las pirámides en Egipto, el Machupichu y la Isla de Pascua. Ya he estado en los tres, así que supongo que me iría a África, a Camboya... Me encanta el contacto con la naturaleza.
-¿Teme convertirse en reclamo de la prensa rosa?
-Lo que sucede es que estamos en verano, hay pocas noticias relevantes y, de repente, he aparecido yo, ven que suscito interés en las redes sociales, que se han creado foros... Pueden llegar a considerar que soy un buen reclamo de audiencia, pero eso no va conmigo y lo último que quiero es que pueda llegar afectar a mi profesionalidad y mi credibilidad. He hecho una carrera, un curso de dos años, unas pruebas de selección, he ido a vivir fuera varios años... Todo eso ha supuesto un sacrificio para mí y creo que, por ello, merezco un respeto.
-De todo hay que sacar el lado positivo, ¿tal vez un contrato en la televisión?
-La verdad es que llevaba tiempo con ganas de dar un giro a mi carrera, buscar algo más creativo. Quizás hacer un programa de viajes, del corte de Calleja, me gustaría porque cuando lo he visto, me da mucha envidia.
-Mire que Telecinco tiene el radar puesto y acumula guapos en sus fichajes para informativos: Carbonero, Cantero... ¿Aceptaría?
-Nunca se sabe. No te voy a negar que estoy gratamente sorprendido con toda esta expectación y que, además, he descubierto una nueva faceta de mí que me agrada. No me equivoqué a la hora de elegir la carrera.
Controlado por Séneca
Este madrileño soltero de 37 años habla inglés, francés, un poco de catalán e italiano y se confiesa seguidor de Séneca. Es más, sobre su mesita de noche tiene «Cartas a Lucilio». Quizá esa pasión por los clásicos nace de sus firmes valores. «Vengo de una familia sencilla, mi madre es gallega y mi padre es un toledano criado en Madrid. Soy el pequeño de cuatro hermanos con los que mantengo una relación muy estrecha. También considero fundamental el respeto y lo que no tolero es la mentira. Me considero una persona muy directa, a la que le gusta decir las cosas con claridad y voy de frente. Quizá, yendo con esta filosofía por la vida me duelan más los puñales que me intentan clavar por la espalda. Pero, al final, así siempre te harás respetar», comenta a la vez que confiesa su deseo de ser padre, aunque por el momento no le obsesiona: «Todavía hay tiempo para eso».
A César lo que es de César
Será por su saber estar y dotes como orador, por su media sonrisa que cautiva o por su compostura al más puro estilo «Massimo Dutti», lo cierto es que César Cabo se ha hecho con el título del más deseado del verano, un cetro que en otros veranos ostentaron Miguel Ángel Silvestre, alias «El Duque», o Cayetano Rivera. Ahora es un controlador aéreo, una persona ajena a todo lo que tiene que ver con el mundo artístico, el que se ha convertido en reclamo de las principales redes sociales. «Vuelve el hombre», rezaba ayer en una de las múltiples entradas en Facebook. Lo cierto es que Cabo encarna valores como la educación, la responsabildad... «En España sucede una cosa que se refleja muy bien en esta frase, que me encanta, "educación se confunde con debilidad". Por desgracia, cuando entras en una cafetería y pides un café con una sonrisa y añadiendo el ‘‘por favor'' a la petición, puede que no te tomen en cuenta o crean que les estás concediendo una licencia especial. Sin embargo, si ves a alguien menos agradable parece que, de cara a los demás, se hace respetar más que tú. Yo creo que en la vida es mejor ser agradable y, no por ello, vas a ser menos profesional o no te vas a hacer respetar», defiende César.
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