Caso Nóos

Caray con las fiscalas

La Razón
La RazónLa Razón

El comportamiento exhibido ayer por las fiscalas en la audiencia preliminar por el «asunto de los trajes» hace pensar que no creen demasiado en sus propias acusaciones, según me contaba ayer mi amigo Rogelio, máxime cuando todo el Ministerio Público, encabezado por ellas mismas, ha protagonizado durante dos años un acoso contra Camps inaudito y, si apuramos, casi sin precedentes.
En primer lugar, su alegato final, en el que se incluye por costumbre toda la dinamita contra el acusado, en este caso acusados, se limitó a unos pocos minutos para sorpresa de los presentes, especialmente de los abogados defensores.
Además, sin acabar la vista, decidieron volverse a las seis de la tarde a Madrid, delegando la representación en uno de los componentes de la fiscalía valenciana. Un gesto permitido por la ley procesal, pero inusual, aunque sólo sea por respeto al tribunal. Lo tradicional es esperar a la conclusión de la sesión.
De cualquier modo y como he expresado varias veces en este gallinero, las fiscalas debieron haberse quedado muy decepcionadas y sin fuerzas, al comprobar que el informe solicitado como prueba a la Agencia Tributaria, concluía con la imposibilidad de demostrar que se habían regalado los trajes a Camps. Decepcionadas y, al parecer, algo malhumoradas. Así es la vida.