Estocolmo
Tranströmer el Nobel se queda en casa
El gran premio de las letras volvió a Suecia después de 36 años. El poeta vivo más importante de aquel país celebró el día junto a su esposa Mónica. Y se quedó entre sus libro
El destino le jugó una mala pasada a Tomas Tranströmer el año pasado. Minutos antes de que la Academia Sueca fallara el nombre del Premio de Literatura, Wikipedia le daba por seguro ganador. Hubo un momento de confusión: el poeta sueco recibía las primeras felicitaciones casi al mismo tiempo que las correspondientes disculpas por el error. El galardón no era para él, sino que iba a parar a manos de Mario Vargas Llosa. Otra vez sería. Por eso, el escritor sueco octogenario no quería ninguna broma pesada nueva. Cuando se supo que el nombre del agraciado era el suyo, lo digirió con calma, miró a su esposa y supo que esta vez sí era para él. Eterno finalista en las quinielas, el Nobel lleva en 2011 su nombre impreso. Después de 36 años, el máximo galardón de las letras se queda en casa. Tranströmer se convertía en el séptimo galardonado sueco con esta distinción.
Un aplauso unánime
Cuando se conoció la noticia, la sala de prensa estalló en un aplauso casi gigante: todo quedaba en casa. Él, desde la suya, con su esposa cerca y la mirada tan acuosa como llena de luz, rodeado de sus cientos de libros y sentado, recibía las primeras llamadas. Dicen quienes le conocen bien que el día iba a ser de locos y que se sentiría desbordado. Para calmar los ánimos y devolver un poco de cordura a la situación estaba su esposa Mónica, pendiente de atender a unos y otros. «No creía que podía llegar a vivir esto», declaraba, siempre a su lado, mientras subrayaba que todas las felicitaciones que estaban llegando al domicilio, situado en el centro de la capital, son bien recibidas. Él quiso quitar hierro al asunto y zafarse de tanta fotografía y tanto objetivo que le apuntaba. En una improvisada conferencia de Prensa (apenas puede hablar debido a un ictus que sufrió en 1990 y que le tiene paralizada la parte derecha de su cuerpo) declaró que «deseaba que esta vez el premio fuera para un poeta. Seguro que Adonis se lo merecía». Aún no sabe qué hará con el dinero del premio (más de un millón de euros) y tampoco quiso albergar esperanzas sobre lo próximo que va a poder publicar. «No lo sabemos aún», comentó la esposa, sin apartar la vista del abrumado galardonado.
Nacido el 15 de abril de 1931 en Estocolmo, Tranströmer debutó en las letras en 1954 con su libro «17 poemas» y ha sido traducido a cerca de 50 idiomas, entre ellos el español. Las editoriales «culpables» de que su obra haya pasado de mano en mano en España son Hiperión («Para vivos y muertos») y NórdicaLibros, un sello que vio la luz en 2006 y que ha dado luz verde a dos antologías que reúnen el 95 por ciento de su obra, «El cielo a medio hacer», que recoge la mayor parte de su trabajo junto con una breve autobiografía, y «Deshielo a mediodía», que acaba de salir a la calle y que condensa en sus páginas el resto de su obra, con una serie además de haikus escritos en 2004 que nunca habían sido publicados fuera de Suecia.
Carlos Pardo, poeta del 75 y uno de los autores que más le admira, confiesa que no es un nombre que haya influido en la generación de Caballero Bonald, por ejemplo, «sino en la mía, lo que hemos pasado ya de los 30», y le define como «un poeta muy fotocopiado». Su relación con el autor es personalísima: después de una crisis decidió abandonar la escritura. Hace unos seis veranos, cuenta que se llevó de vacaciones una de sus obras «y fue en ese momento cuando decidí reconciliarme con la poesía. Gracias a su obra recuperé la pasión por ella». Pardo asegura que se trata de un autor «que gusta porque no trata temas abstractos, sino que se hace eco del aquí y el ahora, del presente. En eso creo que es bastante oriental, además de un poeta muy moral», para quien un periódico es «una mariposa manchada» o la hierba es «ese gran jefe verde», utilizando un par sólo de sus felices metáforas. Pardo asegura que la experiencia del autor sueco como psicólogo para jóvenes en centros penitenciarios ha marcado su obra y su trayectoria, «porque esa facultad de reinserción es la que se descubre a través de sus versos, la capacidad de volver a formar parte del mundo y de la sociedad», señala, para apostillar después que «es un hombre que se siente profundamente querido en España. Despierta pasiones entre los poetas de mi generación por su lucidez, su limpieza, su falta de oscuridad, su transparencia. Es un autor de culto», dice Pardo, que no oculta en ningún momento la admiración profunda que siente, al tiempo que añade que nombres sagrados como Brodsky y Seamus Heaney han recibido su influencia y han aprendido de él.
Lejos de extravagancias
A otra generación pertenece Antonio Colinas, quien reconoce «un acto de justicia» el premio a Tranströmer, «un poeta de luz y lúcido, lejos de las extravagancias y las rarezas con las que en ocasiones nos ha sorprendido la Academia Sueca». Coincide con Pardo en señalar que el autor sabe hacer uso de la palabra justa, aunque añade un matiz, «un claroscuro que quizá tenga que ver con el país donde ha nacido, imbuido por una atmósfera y una presencia fuerte del bosque en su obra». El antecesor de Tranströmer en el galardón, Vargas Llosa, confesaba ayer sobre la buena nueva que «no lo he leído, aunque sé que su nombre ha sonado muchas veces antes». El autor sueco es el primer poeta galardonado con el Nobel desde que Wislawa Szymborska lo obtuviera en 1996.
Siete autores suecos encabezados por una mujer
Selma Lagerlöf (1909)
La primera mujer en recibir el Nobel de Literatura. El jurado destacó su «imaginación».
H. Von Heidenstam (1916)
Se tuvo en cuenta al premiarlo que su obra representaba una nueva era en las letras suecas.
E. A. Karlfeldt (1931)
Trabajó como profesor y bibliotecario antes de ser elegido secretario de la Academia Sueca.
Pär Lagerkvist (1951)
Poeta de quien se destacó «su capacidad para dar respuestas a las preguntas universales».
Eyvind Johnson y Harry Martinson (1974)
Ese año, el galardón recayó en dos autores. Suecia es el quinto país en número de premiados en la historia de los Nobel de Literatura, por detrás de Francia (14), Reino Unido (11), Estados Unidos (11) y Alemania (8).
EL DATO
50 son los idiomas
a los que ha sido traducida su obra poética, que ha recibido importantes galardones, como el Premio Bonnier para la Poesía, el Neustadt y el Premio Petrarch de Alemania.
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