Caso Método 3

Dignidad

La Razón
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Montilla ha dado todo un ejemplo asumiendo en primera persona la derrota electoral. No ocupará su escaño y no seguirá como máximo responsable socialista catalán. Además, asumirá la difícil tarea de dirigir un barco con múltiples daños, sólo por responsabilidad, hasta el congreso. Su dignidad, como le reconoció Esperanza Aguirre la noche electoral, está fuera de toda duda. El gesto honra a la presidenta madrileña. Montilla puede ser criticado por muchas cosas. Seguramente con razón. Pero su abnegación, su esfuerzo, su trabajo a favor de la convivencia son valores que reconocen hasta sus adversarios. Los mismos que reconocen que le puedes comprar un coche de segunda mano. No engaña y, además, es hombre de palabra. Yo he trabajado con él más de diez años. Compartí sinsabores y victorias. Le tengo mucho aprecio, y reconozco que no soy demasiado objetivo cuando hablo del personaje. Una objetividad de la que también carecen algunas plumas, supuestamente inteligentes, que le insultan y le calumnian. Montilla se ha equivocado, y las urnas así lo han evidenciado. Pero decir que es independentista, un nacionalista que renunciaba a sus orígenes, que jugaba a romper España, que es un iletrado, es un insulto a la inteligencia, además de repugnantes e insidiosas mentiras. Esos incultos que le han atizado con sus dardos sin el más mínimo conocimiento de la persona, del político, sólo demuestran que no tienen lo que sí tiene Montilla: dignidad. Una dignidad que le ha permitido ser alcalde de su pueblo de adopción –Cornellà–, tener el reconocimiento de su pueblo de origen –Iznájar–, ministro y presidente de la Diputación y la Generalitat. A algunos les jode –perdón– que alguien hecho a sí mismo llegue tan alto.