España
Ande yo caliente por Lucas Haurie
Nuestra clase política no entiende el alcance de la expresión «presupuestos restrictivos» porque, hasta ahora, lo único que se ha restringido en España ha sido la renta disponible de las familias. El ciudadano tiene el cinturón apretado, sí, pero a la altura del pescuezo mientras las administraciones y sus innumerables tentáculos (partidos, sindicatos, organismos reguladores, empresas públicas y demás camelancias) apenas si han reducido sus gastos, sobre todo los de personal. Si la inflación quita el hipo es por la subida del IVA y de los productos sujetos a impuestos especiales como los carburantes o el tabaco, ya que los márgenes de beneficio de toda la cadena comercial se han reducido a niveles de supervivencia y multitud de bienes de consumo (fíjense sólo en la telefonía y la automoción) han visto reducidos sus precios. Pero todavía seguimos esperando el obligatorio adelgazamiento del Estado. Habrá que armarse de paciencia, en vista de que a Esperanza Aguirre, penúltimo bastión del liberalismo, la ha achicharrado el tacticismo, la tibieza y las querencias pancistas de sus conmilitones. El ajuste a los políticos será un «diktat» bruselense o no será porque esta gente no amortizará ni un solo puesto de trinque con el frío que hace fuera del erario. Subirán al sesenta por ciento el tramo mínimo del IRPF antes de quitarle el móvil corporativo a un solo militante. Es más cómodo administrar un país de indigentes que buscarse trabajo en el sector privado.
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