Grecia
Dieta sana sí suplementos para todos no
El uso de suplementos dietéticos en general y el de ácidos grasos poli-insaturados omega-3 en particular para la prevención o tratamiento de cardiopatías es un tema de amplio debate científico y de gran calado en la sociedad actual debido a la alta prevalencia de la enfermedad cardiovascular y a la necesidad de nuevos enfoques preventivos y terapéuticos. Los resultados científicos acumulados hasta el momento son contradictorios y para arrojar luz sobre este tema el equipo del profesor Evangelos C. Rizos del Hospital Universitario de Ioanina (Grecia) ha publicado recientemente los resultados de un meta-análisis (evaluación conjunta y estructurada de estudios seleccionados) sobre la asociación de la suplementación con omega-3 y el riesgo de eventos cardiovasculares. Tras un cribado de la literatura existente, en el análisis se incluyeron los resultados de 20 ensayos clínicos aleatorizados con datos de un total de casi 70.000 pacientes, concluyendo que no existe asociación entre el consumo de este tipo de suplementos y eventos cardiovasculares mayores (parada cardiaca, muerte cardiaca repentina, infarto de miocardio o cerebral y mortalidad por cualquier causa) y señalando la falta de justificación para su uso de suplementos en la práctica clínica diaria o su inclusión en guías terapéuticas o preventivas.
Estos resultados avivan la polémica ya existente, ya que muchas sociedades científicas y agencias gubernamentales promueven el uso de estos suplementos dietéticos para reducir el riesgo de desarrollo de factores de riesgo cardiovascular o como prevención secundaria tras infarto de miocardio. La suplementación dietética tuvo y aún tiene relevancia en poblaciones que sufren patologías derivadas de alguna forma de malnutrición y en las que la fortificación de la dieta con el nutriente deficiente puede resolver la situación favorablemente. La oferta de suplementos dietéticos para la población en general no parece tener mucho sentido en la sociedad occidental donde las patologías más prevalentes, como la enfermedad cardiovascular, poseen una etiología multifactorial y un desarrollo crónico, dilatado en el tiempo.
La enorme variabilidad entre individuos y poblaciones es probablemente el mayor factor de confusión en el potencial uso terapéutico de los omega-3 y aquí es donde permanece abierta una importante área de investigación en cuanto a las bases genéticas que predisponen al beneficio y por tanto a la personalización del tratamiento. Hasta que esta línea de investigación avance, es lógico deducir que para mantener nuestra salud cardiovascular lo ideal es seguir un patrón dietético adecuado, como por ejemplo una dieta de tipo mediterráneo, con un consumo frecuente de frecuente de pescado (salmón) o frutos secos (nueces) y alimentos que son ricos en nutrientes esenciales, como los ácidos grasos omega-3, y ser conscientes, además, de que el inicio de este tipo de hábitos debe hacerse desde la infancia y mantenerlos a lo largo de nuestra vida, en un proceso continuo de promoción de la salud cardiovascular.
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