Estreno
«Adam resucitado»: Instinto animal
Dirección: Paul Schrader. Guión: Noah Stollman, según la novela de Y. Kaniuk. Intérpretes: Jeff Goldblum, Willem Dafoe, Derek Jacobi. Alemania-Israel-EE UU, 08. Duración: 106 minutos. Drama.
En «Si esto es un hombre», Primo Levi relató su experiencia en los campos de exterminio describiendo el modo en que los nazis conseguían vencer las defensas de los judíos: robándoles la humanidad, animalizándolos. En el proceso de lo que el filósofo Gilles Deleuze llamaría «devenir-animal» se condenaba al hombre a ser menos que un insecto, a sacrificar la dignidad por una cuchara o unos zapatos rotos. En «Adam resucitado» Paul Schrader cuenta ese proceso y su reverso: en dos tiempos narrativos, conocemos la historia de un mago judío, Adam Stein, que fue sometido por un oficial nazi a una degradante relación de sumisión y conocemos su reclusión, veinte años después, en un psiquiátrico situado en pleno desierto israelí, y su apego por un adolescente convencido de ser un perro. Es un relato especular que revisita el Holocausto desde la perspectiva de alguien que perdió la identidad en los campos y tiene la oportunidad de redimirse mirándose en la locura del Otro.
Difícil imaginar propuesta más árida, más antipática, para volver a la dirección después de dos experiencias tan fallidas como «The Walker» y «El exorcista: el comienzo». En ese sentido, «Adam resucitado» tiene más interés como declaración de principios que como película. Los excesos literarios, la sobreactuación de Jeff Goldblum y la extraña combinación de frialdad y tremendismo del filme quedan compensados por lo que tiene de gesto, de acto de resistencia de un cineasta que sigue siendo fiel a sus héroes –esos mártires heterodoxos que se revuelcan en la culpa como cerdos en el estiércol y que a menudo salen victoriosos de sus paseos por el lado más oscuro de sí mismos– en los tiempos más adversos. Schrader se identifica con Adam Stein: en su soledad de creador incomprendido, se busca en la esquizofrenia de sus personajes para validar su voz. Y esa búsqueda es conmovedora en un autor que tiene en su currículum cintas como «American Gigoló» y «Aflicción».
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