Pensiones

Solidaridad /insolidaridad por Marta Robles

La Razón
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La solidaridad y la insolidaridad son conceptos a veces un tanto difusos. Hay quien juega a ser solidario, por ejemplo, tirando de los presupuestos públicos… Y eso, en ocasiones, resulta de lo más insolidario. A saber. Poner la Sanidad pública española a disposición de todo hijo de vecino de cualquier rincón del planeta, por recóndito que sea, puede parecer muy solidario, pero el trasfondo esconde una insolidaridad grave con el contribuyente que la paga y que, además de encontrarse cada vez con más problemas para poder utilizarla, vive bajo la permanente espada de Damocles de que esa sanidad acabe por desaparecer, al ser incapaz de afrontar unos gastos excesivos.
Si los inmigrantes sin papeles que no cotizan pueden acceder con total libertad a nuestra Sanidad y también puede hacerlo cualquier ciudadano de la Comunidad Europea sin abonar ni un euro, y todos los gastos repercuten en la ciudadanía, podría ser que, en un futuro no muy lejano, los que sí la pagamos, sencillamente, no seamos capaces de hacerlo. Obviamente, no se trata de dejar a nadie sin atención urgente, pero sí de paliar esos abusos de «turismo sanitario» y de esa inmigración a la que no siempre se puede absorber, por mucho que se quiera, y que quizás deberá volver a sus lugar de origen o elegir otro destino de economía menos vapuleada. Es posible que tal medida lleve a las urgencias al colapso, pero ese reducto de atención debe permanecer siempre tanto por verdadera solidaridad como por egoísmo, porque ¿qué sucedería si una persona aquejada de una enfermedad grave y contagiosa no tuviera opción sanitaria? Las consecuencias serían seguramente terribles para ella, pero también para el resto de la sociedad.