Conciertos

Por encima de su público

LoquilloMúsicos: Loquillo (voz), Jaime Stinus (guitarra y coros), Igor Paskual (guitarra y coros), Laurent Castagnet (batería), Laura Gómez (bajo) y Santi Comet (teclados). La Riviera. Madrid, 26-XI.

A sus casi 50 años, da la sensación de que no ha envejecido
A sus casi 50 años, da la sensación de que no ha envejecidolarazon

Loquillo cumplirá medio siglo de vida el próximo 21 de diciembre y da la sensación de que es precisamente él quien menos desgaste sufrió en todo el universo que le rodea. Esa impresión arrojó el extraño concierto que el catalán dio anoche en La Riviera, donde estuvo muy por encima de sonido, banda y público en general.

Desde el principio se vio que algo no cuajaba. Arrancó el recital con tres himnos de su repertorio como son «Calles de Madrid», «María» y «Pégate a mí», pero aquello no rompió. No hace mucho, este arranque hubiera servido para poner patas arriba La Riviera, pero no anoche.

No hay excusas. Primero, porque Loquillo canta mejor ahora que hace 20 años. Segundo, porque su repertorio estuvo trufado de grandes clásicos y para capricho de nostálgicos apenas incluyo tres temas de Balmoral, su último trabajo. Y, tercero, porque su presencia escénica sigue siendo imponente. Probablemente Loquillo tenga menos talento de lo que él cree y bastante más de lo que sus detractores le suponen. Pero sobre las tablas ejerce un reinado que no admite debate.

A la media hora, salió Jaime Urrutia, el viejo cantante de Gabinete Caligari, y aquello no acabó de remontar. Juntos hicieron una fantástica versión de «El hombre de negro». Urrutia la cantó de cine, pero en un mal detalle leyó la letra con la ayuda de un atril y eso afeó mucho el resultado. A Loquillo nunca se le hubiera ocurrido leer la letra en escena de una canción de Gabinete.

Loquillo finalizó con más himnos, incluido «Todo el mundo ama a Isabel», que la cantó de miedo. Pero ante la respuesta calmosa de la audiencia hasta decidió acortarla. Y luego llegaron los bises y la aparición del gran Sabino Méndez. Esto ya fue de nota: en vez de apludir, muchos levantaron sus móviles para inmortalizar el momento. Qué narices tendrá que ver un teléfono con el rock and roll.

El concierto finalizó con «El ritmo del garaje», «Rock and roll star» y «Cadillac Solitario». En tiempos La Riviera se habría caído viendo a Loquillo y Sabino interpretar estas partituras, pero nada de esto sucedió. A sus (casi) cincuenta, da la sensación de que Loquillo ha envejecido mejor que gran parte de su público.