Barcelona
La angustia de no haber sido por César Vidal
Lo escribió Américo Castro: «La historia de Cataluña se inspira no en lo que fue, sino en la angustia de no haber sido lo que el catalán desearía que hubiese llegado a ser». Si en vez de Cataluña, Castro hubiera dicho «impulsada por el nacionalismo catalán» asumiría su posición como propia. Es más, incluso me atrevería a decir que pocas veces se habrá expresado con más exactitud un juicio histórico. El gran problema de la Historia que pretende enseñar, como verdadero instrumento de agit-prop, el nacionalismo catalán es que no tiene nada que ver con lo que sucedió en el pasado sino que, por el contrario, constituye un tupido tapiz de embustes destinado a contar lo que al nacionalismo le gustaría que hubiera sucedido. El resultado no es Historia sino un embuste monstruoso a escala regional, que envenena las mentes y los corazones; que convierte a la España de la que se forma parte en culpable de supuestos dramas que nunca existieron y que deja de manifiesto un profundo e inconfeso sentimiento de inferioridad, inferioridad tan palpable que para intentar equilibrarlo, la Historia deja de ser el relato de lo que fue para convertirse en la mentira de lo que se desea que hubiera sido. Le guste o no a Mas, en Cataluña no había una democracia hace un milenio por la sencilla razón de que Cataluña no existía siquiera y era, a lo sumo, un conjunto de condados sometidos al rey de los francos que no tenían punto de contacto con formas democráticas. Le guste o no a Mas, nunca existió una confederación catalano-aragonesa porque sólo hubo una corona de Aragón en la que Cataluña nunca fue reino y siempre fue mencionada detrás de los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca. Le guste o no a Mas, jamás tuvo lugar una pérdida de la independencia en 1714 porque ese año sólo se produjo el final de una guerra dinástica en la que Cataluña estuvo tan dividida como el resto de España. Ni siquiera es cierto que Cataluña fuera encarnizadamente antifranquista siquiera porque ninguna provincia española dio tantos voluntarios a Franco como Barcelona. El nacionalismo catalán, a fin de cuentas, es una forma de patología política, social y psíquica que pretende que no fue lo que fue para que mañana sea lo que es imposible que sea. Para ello es capaz de negar, literalmente, a su madre e incurre en un gravísimo error, el de enquistarse en una frustrada adolescencia de la que no puede surgir maduro por la sencilla razón de que niega de dónde viene y se masturba mentalmente pensando en hacia dónde va. Hay que dar gracias a Dios de que semejante dolencia se dé sólo en una pequeña región situada al noreste de la Península ibérica porque cuando ha hecho presa de otras entidades políticas más amplias ha concluido en guerras mundiales.
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