Mitos en la intimidad

La muestra fotográfica ofrece una visión original, entrañable e íntima de diez de los nombres más universales del siglo XX. La mayoría de las imágenes forman parte de álbumes privados uniéndose a otras captadas por la cámara de reconocidos fotógrafos como Lee Miller, Zvi Gezari o Edward Quinn. Los mitos no sólo se construyen con méritos propios, también de una cuidadosa proyección de su imagen y esta muestra descubre una realidad reservada, destapa tópicos y humaniza al mitificado alimentando la curiosidad del espectador con 240 imágenes, en su mayoría inéditas. El recorrido comienza con un familiar Charles Chaplin, la quimera no era tanto del oro como la de estar rodeado de sus amigos y la familia. Decía «La Codorniz» que la teoría de la relatividad es relativa, como relativa es también la imagen de un mito como Einstein, del que la muestra hace un recorrido por su vida desde los cinco años hasta la obtención de su tercera nacionalidad, la americana. Encontramos inmutable a lo largo de los años el semblante de la dos veces Nobel, Marie Curie, pero en ámbitos alejados de la ciencia; Hemingway lo hace sin copa y sin gato, en un campamento en Kenya, magullado tras dos accidentes aéreos y un incendio forestal. Churchill, al que le gustaban los animales y pintar paisajes, aparece cubierto por un albornoz junto a su hijo Randolf en la playa. Más duras son las imágenes de Gandhi en huelga de hambre o tras ser asesinado, aunque también podemos verle afeitándose. Las instantáneas de María Callas narran la apasionante y tormentosa aventura de su vida, pero las imágenes más íntimas son las de Picasso, al que encontramos en calzoncillos, en la bañera mientras su compañera Jacqueline le frota la espalda o bailando malagueñas con Lucía Bosé y Nati Mistral cual señoritas de Aviñón. Más conocida es la fotografía tomada por Buñuel de Dalí en la Residencia de estudiantes con el pelo teñido de rubio, pero no otras en las que aparece acompañado de Andy Warhol, Harpo Marx o García Lorca. Cela no era pudoroso ante las cámaras, pero en cambio aparece como un hombre solitario, sin sus mujeres. Como en el mito de la caverna, los dos mundos son reales aunque sólo veamos uno.