Castilla y León

Sin Anchoas

La Razón
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Juan Vicente Herrera ha cumplido diez años como presidente de la Junta de Castilla y León. Parece que fue ayer cuando Juan José Lucas le designó como sucesor. No podemos decir que se fuera abriendo paso en el mundo de la política, más bien se lo abrieron las circunstancias, las casualidades, el tino o el buen hacer. Él mismo reconoce que no entró en este mundo, que le metieron.

Desde el otro lado de la barrera, el de los periodistas, siempre se le ha visto como un político serio y respetuoso. Su discurso es contundente y directo, en las antípodas de otros colegas en el cargo como Miguel Ángel Revilla. No veo a Herrera repartiendo anchoas o yendo en taxi a la Moncloa haciendo chascarrillos fáciles.

Siempre ha presumido de su condición de burgalés y de su pasión por la Fiesta Nacional. Recuerdo con cariño una deliciosa tertulia taurina en la que reconoció numerosas confidencias, entre ellas haber hecho novillos mientras preparaba las oposiciones a notario, para ir a las Ventas a jalear los naturales del Maestro Chenel «Antoñete». Quizá haya sido el diestro madrileño el que le diese el último empujón para estar donde está.

El golpe más duro que le he visto encajar fue el fallecimiento de su primo Julián. Murió en el accidente de tren de Villada. Compañero en decenas de peregrinaciones por la Ruta Xacobea le continuará ofreciendo su complicidad.