Conciertos

Serrat hijo de la luz

Temporada de la ZarzuelaVoz y guitarra: Serrat. Dirección musical y piano: Ricardo Miralles. Teclados: José Mas. Batería: Vicente Climent. Guitarras: Israel Sandoval. Viola: Olvido Lanza. Bajo: Víctor Merlo. Teatro de la Zarzuela. 16-IX-2010. Madrid.

Serrat, hijo de la luz
Serrat, hijo de la luzlarazon

Poesía y música, qué debate. Todavía hay quienes siguen pensando que las canciones son poesía y que los poemas son como canciones. Vaya patraña, alimentada desde tiempos inmemoriales. Un poema nunca se escribió para ser cantado, porque eso es otra cosa. De la misma forma, qué pocas canciones pueden atribuirse la categoría de poesía. Sin embargo, con Joan Manuel Serrat es otra cosa.
El artista conoce muy bien de qué van tanto la música como la poesía. Sabe las reglas del verso, que diría Lou Reed. Las ha estudiado y, por supuesto, conoce los mecanismos de las canciones. Por eso no cae en los errores descomunales que se suelen perpetrar cuando un músico se adentra en musicar poemas. Cuántos bodrios se han hecho de este palo, aquí y en país extranjero.


Por eso consuela que alguien como Serrat tenga tanto gusto, como demuestra en «Hijo de la luz y de la sombra», el trabajo que sonó ayer íntegramente en Madrid. Por si hiciera falta –que la hacía–, el músico anunció antes de comenzar que el recital sería monográfico; es decir, adiós a sus grandes clásicos. Casi todos lo entendieron, y eso ya es un logro. Que digan los Rolling Stones que no tocarán el «Satisfaction», que verán la que se arma.


Un clamor difícil de olvidar


Y comenzó Serrat a cantar los versos, apoyado en un excelente sonido y una sobria escenografía. También ayudaron el propicio escenario, el Teatro de La Zarzuela, y el estupendo sonido, sin un pero que ponerle. «Tres heridas» fue el comienzo y las primeras aclamaciones llegaron con «Las desiertas abarcas» y «El niño yuntero». Para entonces ya era un hecho consumado que la voz de Serrat anda, a sus 66 años, más que bien. Inluso mejor que en otras giras.


Su música es más memorable cuando menos abusa de los arreglos suntuosos. Por eso gusta más en «Menos tu vientre» que en «Canción del esposo soldado». Esas orquestaciones incluso resultan perniciosas cuando lo que se dice importa, pues se pierde el mensaje entre tanto arreglo sin medida. Pero sólo ocurrió en unos pocos pasajes.
Para los momentos finales quedaron la fantástica recreación que el catalán hace de «Hijo de la luz y de la sombra» y el recuerdo de «Para la libertad», que provocó el clamor difícil de olvidar. Entre mensajes de esperanza y orgullo para hacer frente a la pobreza, la audiencia hizo sonar sus joyas.