El Cairo

Los nuevos faraones egipcios

Egipto conmemoró ayer el primer aniversario del comienzo de la revolución del 25 de enero, asegurando que ésta no ha terminado y que continuará. Cientos de miles de personas, incluso millones, volvieron a bajar a las calles de todo el país y llenaron la plaza Tahrir de El Cairo, símbolo y corazón de una revuelta popular que demostró ayer que sigue latiendo

Los nuevos faraones egipcios
Los nuevos faraones egipcioslarazon

EL CAIRO- . «Estoy aquí de nuevo para pedir exactamente lo mismo que el año pasado, porque nada ha cambiado», aseguraba Nehar, una joven dentista mientras intentaba acceder a Tahrir a media tarde de ayer, cuando ya no cabía ni una persona más en la plaza y los manifestantes empezaron a ocupar los alrededores y otros lugares emblemáticos, como el edificio de la radio televisión pública. Los egipcios vuelven a pedir con fuerza el fin del régimen, a pesar de haber conseguido derrocar al ex presidente Mubarak en una ola de protestas que se desencadenaron hace un año en un día como ayer, de modo espontáneo y arrollador.

Los revolucionarios están ahora más frustrados que nunca hacia el Ejército que ocupó la presidencia tras la salida del dictador y todavía se resiste a dejarla, alargando y manipulando la transición democrática a su antojo y a favor de sus propios intereses. Los generales, que manejan parte de la economía del país y llevan controlándolo en la sombra desde los años 50, apadrinaron la revolución en un principio y han acabado robándola. Por ello, todos los cánticos eran ayer en contra de la Junta Militar y su jefe, el mariscal Tantaui, al igual que hace un año la rabia se dirigía contra Mubarak. La principal demanda que compartían todos los manifestantes es que los militares dejen el poder en manos de una autoridad civil lo antes posible. Pero no todos coinciden en cómo tiene que hacerlo. Algunos manifestantes se mostraban a favor de que se elija un presidente ahora mismo para que lidere el periodo de transición, mientras que los generales prevén elecciones presidenciales en 5 meses. Para esa fecha, ya debería de haber una Constitución, aunque ayer se podían leer pancartas en contra de que ésta se redacte bajo la supervisión de la Junta. Un grupo de activistas ha lanzado una campaña para que sea el Parlamento el que asuma el mando del país hasta que haya un presidente, pero los revolucionarios más radicales denunciaban ayer que la Cámara que se constituyó hace apenas dos días no está legitimada y que la voz del pueblo todavía descansa en Tahrir.

Así de dividida se muestra la plaza un año después, sobre todo tras las elecciones legislativas, que el núcleo duro de los revolucionarios boicoteó mientras los partidos islamistas se hacían con el 70% de los escaños, acusados de colaborar silenciosamente con los militares. Los Hermanos Musulmanes, principal grupo opositor de la era Mubarak y ganadores indiscutibles de los comicios, estaban ayer en Tahrir, con sus banderas y sombreros verdes, pero sin exigir la marcha del Ejército. El ambiente fue festivo y pacífico. «¡Claro que esto es una fiesta!», aseguró Mohamed Abu, «pero no nos olvidamos de las demandas incumplidas», añadió mientras cogía a su nieto de la mano, con los colores de la bandera egipcia pintados en la cara.

Ayer Tahrir también rindió homenaje a los cerca de 1.000 «mártires» que perdieron la vida en las manifestaciones de este año, sobre todo, a manos de la Policía y el Ejército. Sus muertes, que permanecen impunes, recuerdan que todavía queda mucho por hacer en Egipto, donde las Fuerzas de Seguridad siguen reprimiendo violentamente como en la época de Mubarak. Las ONGs locales e internacionales denuncian que la situación se ha incluso recrudecido desde la caída del rais: las nuevas autoridades han recurrido a métodos aún más brutales de tortura y han juzgado a más de 12.000 civiles en tribunales militares. Muchos manifestantes llevaban ayer el símbolo en contra de los juicios militares, una causa muy popular en los últimos meses, en los que el Ejército ha endurecido su postura y no ha dudado en hacer un uso excesivo de la fuerza.

A pesar de las diferencias, los manifestantes están unidos en su petición de que el Ejército se marche. «Es normal que haya diversidad de criterios, ocurre en todas las revoluciones», asegura Ahmed Maher, el líder del movimiento 6 de abril, que estuvo detrás de aquellas primeras protestas del 25 que superaron las expectativas como la de ayer. Para este veterano activista, «Tahrir sigue siendo el alma de la revolución, y la revolución no ha terminado».