Cataluña
El gran cuento americano es cosa de mujeres
Publican los relatos de Bobbie Ann Mason, Lydia Davis o Mary Robinson
BARCELONA- Kurt Vonnegut, del que la editorial Sexto Piso ha publicado dos colecciones de relatos, «Mentras los mortales duermen» y «Mire al pajarito», propuso ocho reglas de oro para escribir cuentos. Había de todos los tipos, desde «sé sádico con tus personajes y que les pasen cosas desagradables para que el lector sepan de qué madera están hechos» a «empieza tan cerca del final como sea posible». Aún así, concluía que la mejor escritora de cuentos del mundo, Flannery O'Connor, había incumplido todas las ocho reglas salvo una, «utiliza el tiempo del extraño que leerá tu cuento para que no tenga la sensación de que lo ha perdido», así que invitaba al resto a hacer lo mismo.
Del minimalismo a la fantasía
Parece que las escritoras estadounidenses de cuentos han tomado muy en serio la advertencia final de Vonnegut, pues a través de mil variantes sin reglas fijas han conseguido que ninguno de sus lectores tenga la sensación de perder el tiempo. Acaso al revés, sólo querer leer más. Prueba de esto es la avalancha de traducciones que ahora nos llegan de estas autoras, que van de Tess Gallagher a Bobbie Ann Mason, de Lydia Davis a Mary Robinson, de Kelly Link a Hannah Tinti, sin ni siquiera mencionar a la ya mítica Grace Paley.
La más radical en esto de romper reglas es Lydia Davis, de la que Seix Barral ha publicado «Cuentos completos». Desde microcuentos de dos líneas a relatos de mujeres que se masturban con oboes, su imaginación es portentosa a la hora de sacar a la luz las mil variantes de las debilidades y complejos de los seres humanos. Su mejor cuento, la historia de un chino que al preguntarle cuál ha sido el mejor momento de su vida, dice que ha sido el viaje de su mujer a Shangai, pues le encanta oír esa historia. El cuento dura un párrafo, pero es maravilloso. Las historias de Davis también también tienen ese efecto.
Dentro del minimalismo realista, a la estela de Raymond Carver o Richard Ford, encontramos a Mary Robinson, del que la editorial Alba ha recuperado «Dime», 30 cuentos de personas corrientes, con la técnica de la sinécdoque, en la que con la descripción de una pequeña escena cotidiana nos lleva a la esencia del todo. Todavía con más delicadeza, Bobbie Ann Mason deslumbró al mundo con su debut, «Shiloh», en 1982, aunque aquí no la descubrimos hasta ahora gracias a Tropo Editores. Y también podríamos unir a este grupo a Tess Gallagher y su «El amante de los caballos». La tercera mujer de Raymond Carver utiliza más lo inesperado y la ironía para acercarse a esos mundos sureños a lo Flannery O'Connor.
La más joven y la más juguetona es Kelly Linch, de la que Seix Barral publica «Magia para principiantes». Si lo usual es utilizar lo cotidiano de forma fantástica, ella utiliza lo fantástico como si fuese lo más cotidiano. La han comparado con el realismo mágico, pero no tiene nada que ver,, pues lo suyo es la fantasía realista, en el que la estética del todo es posible se convierte en auténtica magia.
Por último, no habría que olvidar a Grace Paley, de la que Anagrama editó sus «cuentos completos», puro genio posmoderno.
«Magia para lectores»
Kelly Link
seix bArral
288 páginas, 19,00 euros.
«Dime. Treinta cuentos»
Mary Robinson
alba
319 páginas, 24,00 euros.
«EL amante de los caballos»
Tess Gallagher
amagrama
202 páginas, 18,50 euros.
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