Zaragoza

Serafín Marín gana terreno en Zaragoza

- Zaragoza. Novena de la Feria del Pilar. Se lidiaron toros de Alcurrucén, el 6º, como sobrero, desiguales de presentación. 1º y 6º, mansos. El resto, desiguales pero en la tónica general no se emplearon de verdad ninguno. Menos de media entrada. - Javier Valverde, de teja y oro, pinchazo, estocada (saludos); pinchazo, media, descabello (saludos).- Serafín Marín, de azul celeste y oro, dos pinchazos, estocada (saludos); estocada caída, aviso (oreja).- Miguel Tendero, de azul marino y oro, estocada (saludos); media, tres descabellos (silencio).

El catalán Serafín Marín firma una ajustada gaonera al quinto de la tarde
El catalán Serafín Marín firma una ajustada gaonera al quinto de la tardelarazon

La de Alcurrucén nos apagó de lleno. Más todavía. Grisura total. Un quiero pero no puedo. Un aparentar que sí, pero en verdad poco queda ya de la vorágine de la temporada. La tónica de la tarde fueron las medias embestidas, que querían quedarse, hurañas, de una corrida cinqueña (los cinco años cumplidos), pasada también de edad, con el temperamento justo, y que no regalaban un viaje. Iba midiendo hasta dónde ir. Acortaba la arrancada si era menester y ni uno solo rompió a embestir de verdad en un encierro desigual de presentación.

Se iba del toreo Javier Valverde. Y dos horas después, se fue. Sin toro para cubrirse de gloria pero con el expediente de la dignidad impoluto. Nada más había dejado en el tintero en la tarde del adiós en el Pilar. Hasta el final llegó. Apenas le quedó la ovación de los maños y el brindis de Serafín. Delante del toro hubo poca ocasión de disfrute. Se fajó con el manso y rajado primero. Quedaba otra bola en el sorteo. Pero el cuarto no permitía despistes si no querías pasar la despedida visitando la enfermería. Cumplió, sobrado, y se fue a por la espada.

Serafín Marín, autor de una de las faenas más intensas del año en la pasada Feria de la Merced de Barcelona, se descaró ante la tarde en el quite por gaoneras que hizo en el quinto. Milagrosas por lo ajustadas que le quedaron. Quería el torero. ¿Quería el toro? El patrón estaba dispuesto. Maniatada la faena: media arrancada, pendiente de lo que quedaba atrás, sin del todo claridad. Insistió el catalán, debe estar acostumbrado por todo lo vivido, y poco a poco fue metiendo a la gente en un trasteo largo. Manoletinas y espadazo fueron la guinda para el trofeo. Serafín había ganado terreno por la vía de la sustitución. Justo el que le roban, el que nos roban, en su Cataluña natal. Enjundia habían tenido los lances de recibo al segundo, con el capote cogido muy cortito. Comenzó por estatuarios y por el diseño de la faena nos hizo pensar en otra historia. Dio distancia, lució el toro, pero el toro no era lo que parecía, ni lo que queríamos ver. En la prontitud acababan gran parte de sus virtudes; después, no remataba el viaje, se metía por dentro y al obligarle protestaba. En ese que sí, que no, se nos fue el trasteo.

En la línea salió el tercero para Tendero. Tenía que torear, pero no remataba tampoco. Tragaba dos y al tercero le costaba una barbaridad. Exigía más de la cuenta. Solventó de sobra Tendero y se estrelló contra un muro insalvable en el sobrero sexto: el de la mansedumbre que llevó al toro a tablas. Y el público a su casa, paciente. Una inmensidad de paciencia, porque ya van…



El cartel de hoy
Toros de Partido de Resina para Juan J. Padilla, Alberto Álvarez e Iván Fandiño