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Las potencias asiáticas pactan la estabilidad de Corea del Norte
El funeral para despedir a Kim Jong Il, que se celebrará hoy en Pyongyang, pone punto final al paréntesis abierto por el duelo en Corea del Norte. A partir de mañana, y aunque el país seguirá oficialmente de luto, el régimen se ve obligado a apuntalar las bases de su nueva era, marcada por el ascenso del «príncipe» Kim Jong Un. Las potencias asiáticas han movilizado su diplomacia para asegurarse de que esta transición tiene lugar sin sobresaltos.
Corea del Sur, Japón y China, las tres principales economías de Extremo Oriente, alcanzaron ayer el compromiso de cooperar para asegurar la paz y la estabilidad en la península, haciendo todo lo posible para evitar que el régimen comunista entre en una descontrolada implosión o dé un giro violento a su política exterior. Cuentan, en teoría, con el respaldo de Estados Unidos, a quien tampoco le interesa lo más mínimo tener un susto que obligue a movilizar a la Séptima Flota. «Estos contactos están siendo muy importantes para la seguridad en la península de Corea tras la situación que se ha creado por la muerte de Kim Jong Il. Está en el interés de todos esforzarnos para que no haya problemas», dijo ayer Park Suk-hwan, viceministro de Exteriores surcoreano.
China, el principal socio comercial y único aliado de peso del aislado régimen de Corea del Norte, es el principal interlocutor para tutelar la transición. Su Gobierno, según dijo ayer el viceministro de Exteriores Zhang Zhijun, aspira no sólo a seguir de cerca el proceso, sino a aprovecharlo para avanzar en la desnuclearización de la península. «Tenemos la oportunidad histórica de empezar de nuevo», dijo en referencia a las negociaciones a seis bandas con las que se intentó desmantelar el arsenal norcoreano hace unos años. Para hablar del mismo tema, el lunes se reunieron en Pekín el presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, quienes igualmente concluyeron que la prioridad absoluta es mantener la estabilidad en Corea del Norte. «China está lista para unirse a los esfuerzos (…) y asegurar la paz en el noreste de Asia», prometió Hu. Lo cierto es que los vecinos del régimen estalinista no sólo tienen miedo a que Kim Jong Un inicie una deriva bélica para afianzar la transición. También se temen los efectos de un, por ahora improbable, desmoronamiento del régimen, algo que provocaría un aluvión de refugiados y descabezaría al quinto ejército más grande del mundo, con su arsenal atómico incluído. Para China, además, Corea del Norte funciona como tapón ante Estados Unidos en el Pacífico y sus bases en Corea del Sur.
El sucesor
Las incógnitas en torno a las decisiones que tomará Kim Jong Un preocupan a los países del entorno de Corea del Norte. China teme que el régimen se desmorone o que el país tome una deriva bélica.
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