Ciclismo

Castilla y León

El ciclismo llora a Tondo

Xavier Tondo y Beñat Intxausti cogieron el coche después de desayunar en el apartamento que desde hace diez días tenían alquilado en Sierra Nevada. Entrenamientos de altura para la puesta a punto antes del Tour de Francia.

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Pocos minutos se descolgaban de las diez de la mañana. Casualidad, porque un ciclista sale de casa vestido «de torero», maillot y cullotte, y va directo al ruedo, que es la carretera, sube a los pedales y vuela como el capote impulsado bravo por las piernas, hacia arriba, al monte sin volantes. Ayer fue diferente. Xavi y Beñat habían quedado con Alejandro Valverde y José Joaquín Rojas, también del equipo Movistar, en Granada. Bicicleta al maletero del monovolumen y para abajo. La puerta del garaje, mecánica, no se abría y por eso Xavi se bajó, anticipo de la desgracia, pues dejó la del auto abierta. El coche, bien porque estuviera en punto muerto, en marcha o sin el freno de mano accionado, empezó a moverse. Trampa mortal. Xavi quedó atrapado mientras el vehículo retrocedía entre la puerta de éste y la del garaje. Corte fatal y profundo en la garganta.

Beñat, de copiloto, escuchó un ruido y salió rápidamente del coche para sentarse al volante y avanzar la máquina. Nada había ya que hacer, pues cuando adelantó un poco las ruedas, Xavi cayó al suelo de golpe. El corazón ya no latía por más que el vizcaíno le practicó los primeros auxilios como pudo. Le tomó el pulso y lo supo: era un hasta siempre. «Lo que alcanzaba a contar, porque estaba en "shock"emocional, es que han sido un cúmulo de circunstancias», contaba Eusebio Unzúe antes de hacer las maletas en Conegliano, donde estaba siguiendo el Giro de Italia, y poner rumbo a España, al luto y la tristeza por el que iba a ser el jefe de filas del Movistar en el Tour de Francia y que ya no pedaleará, ya no sonreirá ni clavará su mirada tranquila y serena, como pocas, alegre, igual que su rostro en una suma matemática, ojos marinos y boca grande, abierta siempre con una sonrisa que se apaga.

Un cúmulo de circunstancias de esas que ni poniendo todos los medios para querer provocarlas acaban saliendo así. La vida, puro azar. No saber cuándo te va a tocar, ni mucho menos por qué. Porque nada puede explicar, ni siquiera el destino, la respuesta fácil y rápida a los crueles y absurdos, por inexplicables, sucesos que como mazazos da la realidad. Pruebas, dicen. A Xavi la vida le tuvo en un constante desafío. Le retaba a demostrar lo que pocos hacen: pasión y compromiso por las dos ruedas. Para él, ser ciclista era un privilegio, el mismo sueño que significaba correr el Tour por primera vez, con 32 años, el próximo mes de julio. La ronda gala nunca le reservará ya un dorsal. Ése que tanto sudor le costó trabajarse desde los 18 hasta los 24, la edad de los revoloteos y escarceos, de las fiestas y las chicas. Él, no. Arrimaba el hombro en casa como uno más, con lo que ganaba los inviernos en la fábrica de galletas de su pueblo natal, Valls. Cuando los rayos de sol iluminaban su mirada marina se subía a la bicicleta para entrenarse y soñar con lo que un día se convirtió en realidad. Ser ciclista.

A Xavi Tondo la vida iba diciéndole en susurros que dejara la bicicleta. Un año le duró su primer contrato como profesional, en 2003 con el Paternina. En enero ya estaba en la cola del paro, camino de empaquetar cereales y cargar camiones otra vez. Pero no, lo suyo era pasión, no desconectaba jamás, ni siquiera ahora, en la cumbre. Le gustaba seguir enganchado a la bicicleta, ver carreras, leer crónicas. «Es mi pasión», repetía una y otra vez. Sabía que iba a volver, lo tenía claro. Cabezón. Y lo consiguió, en el exilio portugués del Barbot, hasta que lo rescató primero Ángel Mir y después el Relax. Una mononucleosis y una caída donde se rompió el tobillo frenaron su temporada y expiraron su contrato. Otra vez en la cola del INEM. Bájate, Xavi, le murmuraba la vida. Que no se empeñaba terco el catalán. Otra vez al destierro luso donde emergió con la victoria en la Vuelta a Portugal y la Subida al Naranco, un pase de gloria para regresar a España con el Andalucía-Cajasur. Pronto hizo amigos, Rosendo, Vicioso... Hasta los directores, como Juan Martínez Oliver, un hermano mayor para Xavi, lo adoraban. Lo lloran ahora. «Esto no se hace», teclea sin fuerzas el ahora seleccionador de pista.

Desolado, como toda la familia ciclista, porque todos querían a Tondo y su sonrisa. Afecto a la piel blanca, cuerpo espigado y ojos azul profundo. Amante de su deporte y dispuesto a todo por dignificarlo, por curarlo. «Yo apoyo que nos levanten a las seis de la mañana para hacernos un control, si con eso se va a pillar al tramposo, estoy dispuesto a hacerlo», decía hace dos meses, poco después de que una mañana, como la que ayer cortó de cuajo su vida y sus sueños, recibiera un mail en plena cumbre para administrarle sustancias dopantes. Lo denunció. Enhorabuena por tu valentía, le dijeron. «¿Por qué me felicitan? He hecho lo que tenía que hacer». Siempre lo hizo, incluso cuando la maldita puerta automática no quiso funcionar, ¿cosas del destino? Xavi estaba en la cumbre, allá en Sierra Nevada, lo más alto también de su vida. El ciclista que dio la primera victoria en la historia al Movistar (en el Tour de San Luis, a principio de temporada) y una de las últimas, la general de la Vuelta a Castilla y León. Ése fue el último maillot, de color gris, y así deja al ciclismo, triste. «Cuando deje de ser profesional, seguiré siendo ciclista», decía. Desde el más allá Xavi sigue pedaleando.

El Movistar sigue en el Giro como homenaje
El Giro de Italia se quedó conmocionado con la muerte de Xavi Tondo. En el día de descanso, Contador suspendió la rueda de prensa que tenía prevista. «Mi más sincero pésame a toda su familia, era una persona increíble que amaba este deporte como nadie. Te echaré muy en falta, descansa en paz», dijo el líder de la carrera en su Twitter. En el Movistar, la escuadra del fallecido, todo era conmoción. «Aún sigo dándole vueltas porque no me lo puedo creer», expresaba Arroyo. Sus compañeros, «por unanimidad», decidieron continuar compitiendo. «Xavi querría que siguiéramos. Es el mejor homenaje que podemos hacerle», expresó Unzúe. Hoy, antes de la etapa, habrá un minuto de silencio en su memoria.