Reunión de pastores

No hay reunión de pastores que no acabe con alguna oveja muerta y ahora toca averiguar quién será sacrificado después de la singular quedada del pasado día cinco en la sede del PSOE andaluz entre José Antonio Griñán, Alfredo Pérez Rubalcaba, Manuel Chaves, Mar Moreno, Luis Pizarro, Susana Díaz y Mario Jiménez. Un anómalo cónclave ocultado en principio a los medios pero del que finalmente se distribuyeron fotografías a la prensa como si fueran postales de Navidad. Y tal vez, no por casualidad. Recordemos que fue más o menos por estas mismas fechas cuando Griñán obligó hace un año a Chaves a cantar la gallina, también en San Vicente, de que se adelantaría el congreso del partido para que el poder orgánico recayese en el nuevo presidente de la Junta. Pero ahora, sólo con decir que tanto el ex secretario como el ex vicesecretario general tuvieron protagonismo importante en la cita del pasado miércoles, está claro que tal trasvase salió mal. Bien porque los cedentes hayan interferido en exceso, bien porque el receptor no haya sabido asimilar el puesto. Dos hipótesis que no tienen por qué ser excluyentes. Es evidente que lo vivido el último año en el PSOE andaluz se parece bastante a una sorda e incruenta guerra civil y que no siempre Chaves o Pizarro han aceptado dejar de ser lo que durante tanto tiempo fueron. Pero no es menos cierto que Griñán y su núcleo duro de tecnócratas y socialdemócratas han jugado demasiado al despiste con sus propios votantes y militantes. De ahí que Rubalcaba, que de tonto tampoco tiene un pelo, haya venido a mediar pidiendo a todos empujar en la misma dirección. Porque para que los socialistas vuelvan a brillar en Andalucía, la vieja guardia –incluido el ausente Zarrías– debe dejar de hacer luz de gas a la nueva dirección. Y a su vez Griñán ha debido de aprender ya, tras pública desautorización de Marcelino Iglesias, que para el oficio de presidente secretario general no basta un rótulo en la puerta del despacho. Veremos cómo unos y otros se aplican la lección.