África
Ensayos sobre la ceguera
Más de 84 millones de personas en África, Asia y América están afectadas por el tracoma, una enfermedad infecciosa que desgarra los ojos de forma lenta y dolorosa
Una epidemia se extiende por varias regiones del planeta y deja ciegas a millones de víctimas que, una tras otra, van cayendo al mundo de la oscuridad como fichas de dominó. Este argumento de ficción, que da comienzo a la novela «Ensayo sobre la ceguera» de José Saramago, es una realidad para los 1.200 millones de personas que viven en los países azotados por el tracoma, la enfermedad infecciosa conocida como «ceguera de los pobres».
El tracoma, que está provocado por la bacteria Chlamydia trachomatis, es la tercera causa mundial de invidencia según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se ha convertido en una dolencia endémica en muchas regiones pobres y rurales de África, Asia y América central y del Sur. En total, hoy ya hay 84 millones de afectados en 57 países. De ellos, más de ocho millones padecen la enfermedad en fase avanzada, lo que implica que, si aún no se han quedado ciegos, ése será su destino a no ser que se sometan a tiempo a una sencilla cirugía ambulatoria.
Mientras los personajes de la novela perdían la vista de un segundo para otro, la evolución del tracoma puede prolongarse durante décadas. La bacteria se contagia por el contacto con las secreciones oculares –mediante los dedos, pañuelos, etcétera.–, o a través de las moscas. Las primeras molestias comienzan con una inflamación de la conjuntiva, la membrana que reviste los párpados y el blanco del ojo. Si el episodio no se repite, no supone una amenaza; el problema llega cuando se está expuesto constantemente a los focos de infección. Tras años de contagios, comienza un calvario de inflamaciones que deterioran el párpado hasta que éste acaba invirtiéndose y las pestañas rozan la córnea, que poco a poco se cubre de cicatrices. Durante ese tiempo, los enfermos no se atreven a pestañear por miedo al dolor. Finalmente, la córnea queda destrozada y su dueño ciego o con deficiencias visuales severas.
En comunidades aisladas y sin acceso a la sanidad, la ceguera es aceptada como una fase más de la vida, pero estamos hablando de una enfermedad evitable y por eso la OMS se ha propuesto erradicarla antes del año 2020 con la Alianza para la Eliminación Global del Tracoma (GET). Su estrategia se sustenta en la prevención, mediante la higiene corporal y un entorno saludable, y el tratamiento, con cirugía y fármacos.
El antibiótico más efectivo contra el tracoma es la azitromicina, que se reparte de forma gratuita en 19 países a través de de la Iniciativa Internacional del Tracoma (ITI) de Pfizer, la compañía farmacéutica que posee su patente. «Una vez al año administramos el fármaco entre niños y adultos», explica a este semanario Praxeda Kadoko, maestra rural en el pueblo ugandés de Namungalwe. «Para animar a la población a que tome el medicamento, la campaña se anuncia en la radio local y con megáfonos y carteles», continúa la profesora.
El antibiótico se reparte cerca de las escuelas porque los más vulnerables son los niños: en las zonas castigadas, las tasas de prevalencia en preescolares van del 60 al 90 por ciento según la OMS, aunque las secuelas no suelen manifestarse hasta la juventud. Entre los adultos las más afectadas son las mujeres, que cuidan de la prole.
Círculo vicioso
Ya se han donado hasta la fecha 225 millones de tratamientos. Según asegura Jack T. Watters, vicepresidente de asuntos médicos exteriores de Pfizer, «invertir en la salud de un país es invertir en su prosperidad, que se traducirá en su capacidad de comprar productos y servicios, aunque sea a muy largo plazo». Por ahora, se calcula que el tracoma hace perder a las regiones afectadas un total de 2.900 millones de dólares al año y, mientras tanto, el acceso a los fármacos imprescindibles para la población sigue dependiendo de donaciones e iniciativas filantrópicas. En un continente azotado por infecciones como la malaria y el VIH, frenar la ceguera es sólo uno de los retos para acabar con el círculo vicioso que liga la enfermedad a la miseria.
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