Londres
Henry marca una nueva era
John W. Henry es un hombre peculiar. No habitúa a llevar corbata en las ocasiones importantes, aún no se ha puesto ninguna bufanda roja y ayer no asistió a Goodison Park. Con todo, la afición del Liverpool va a tener que acostumbrarse a su estilo porque desde el viernes es el nuevo propietario del club.
No se puede decir que su llegada a Inglaterra haya sido fácil, y es que los ya ex copropietarios Tom Hicks y George Gillet pusieron hasta el final impedimentos para que pudiera llevarse a cabo la venta. Cuando los dos estadounidenses asumieron el mando en Anfield, en marzo de 2007, intentaron repetir en Liverpool el modelo de la familia Glazer en el Manchester United. El plan era negociar préstamos para la compra y luego cargar al club el servicio de esa deuda. La estrategia no funcionó y dejaron al club al borde de la bancarrota.
El Liverpool debía 351 millones de libras. El principal acreedor, el Royal Bank of Scotland, había advertido de que si no se le abonaban 280 millones de libras antes del 15 de octubre, aplicaría una cláusula punitiva por valor de otros 60 millones. La oferta de 300 millones del NESV, dueño a su vez del equipo de béisbol Boston Red Sox, parecía ser la solución; pero cuando la junta directiva estaba decidida, Hicks y Gillet paralizaron la operación. Consideraban que la cifra era muy inferior al valor real del club.
El Alto Tribunal de Londres les quitó la razón, pero cuando sólo faltaban 72 horas para que se cumpliera la fecha límite, consiguieron que un tribunal de Texas (EE UU) impusiera una orden de restricción a la transferencia. No quisieron tentar a la suerte y finalmente la operación se pudo cerrar a tiempo. Ahora está por ver que la nueva era se refleje también en los resultados. Los jugadores ya no pueden alegar que están deprimidos por la incertidumbre que se cierne sobre ellos; lo único que queda es jugar al fútbol.
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