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La batalla de los islamistas
Con menos afluencia que hace dos semanas, pero sin perder la esperanza en que éste es el camino hacia la democracia, los egipcios regresaban ayer a las urnas en la segunda fase de las elecciones parlamentarias, que dieron comienzo el 28 de noviembre y proseguirán hasta enero.
El Cairo- Después de una primera cita multitudinaria y caótica, los colegios electorales parecían ayer más tranquilos en la mitad oriental de El Cairo, que concurre a las urnas junto a otras ocho provincias de las 27 del país. Se esperaba que los resultados de la primera ronda empujarían a muchos a votar para contrarrestar el efecto islamista: los partidos religiosos se hicieron con aproximadamente un 60% de los votos, desatando las alarmas entre los laicos y la minoría cristiana (10% de la población). Sin embargo, estos datos no pueden sino repetirse o aumentar en la segunda fase que se celebra en las zonas del Canal de Suez, el Delta del Nilo y el Alto Egipto, tradicionalmente más conservadoras.
Los pequeños y nuevos partidos surgidos tras la revolución del 25 de enero no tienen presencia en todo el país y su mensaje no llega a gran parte de la población, a diferencia de los islamistas, que hacen campaña desde las mezquitas y son conocidos gracias a su labor caritativa en los barrios más populares. En el superpoblado barrio cairota de Imbaba, los egipcios más pobres dejaban de lado la miseria que los rodea durante unas horas para ejercer su derecho al voto con paciencia y responsabilidad, dispuestos a esperar por un futuro mejor. En las calles sin asfaltar, sólo se veían carteles de los Hermanos Musulmanes y del partido salafista Al Nuur, pero en la cola de mujeres una chica velada susurró a LA RAZÓN que votaría por los jóvenes revolucionarios, al igual que otra mujer que no temía levantar la voz en otro colegio electoral: «He venido a votar porque los jóvenes de Tahrir son los que tienen que estar en el Parlamento, porque fueron los que derrocaron a Mubarak, no los Hermanos Musulmanes».
Las apariencias engañan en Egipto, pero no se puede olvidar a ese importante porcentaje de la población que vive en la pobreza y es analfabeta, como un joven que ayer miraba de arriba a abajo una de las grandes papeletas electorales con los nombres de más de 100 candidatos y, tras pedirle ayuda al votante de al lado, acababa eligiendo de forma arbitraria.
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